Asesinato de esmeraldero en Bogotá tiene misterios por celular y un sacerdote

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Se siguen conociendo detalles de la investigación que adelanta la Fiscalía por el asesinato del esmeraldero Juan Sebastián Aguilar, más conocido como ‘Pedro Pechuga’ en Bogotá, quien fue atacado por un francotirador en un exclusivo conjunto del norte de la ciudad el pasado 7 de agosto. 

(Vea también: Aparecen pistas del posible asesino del esmeraldero, en Bogotá; caballo, colchón y más)

Los hechos están relacionados con una lista de esmeralderos que tienen antecedentes por narcotráfico, lavado de activos con gemas y una lista negra de 10 personas que eran objetivo para ejecutar y en la que Aguilar figuraba en el segundo puesto, según informó El Tiempo.

Precisamente, lo nuevo del caso es que se supo cómo la víctima consiguió la casa donde fue asesinado y es que hace casi 6 meses la había negociado con un reconocido médico capitalino. El empresario había decidido ocupar la vivienda hace pocas semanas junto a sus familiares, de acuerdo con el impreso.

El día de su muerte, ese miércoles festivo, la esposa de Aguilar lo estaba esperando para la consagración de la casa y el esmeraldero contactó a un sacerdote, de nombre Pablo García, para que le hiciera una oración en la vivienda. El religioso manifestó que era la primera vez que lo contactaban, según el rotativo.

Además, se supo que Aguilar salió a despedir al sacerdote a los jardines exteriores de la casa en compañía de su escolta de confianza: “Cuando se despidieron, se escuchó el disparo que le entró por la espalda a Aguilar, le salió por el pecho, impactó una pared y terminó en un espejo de la entrada de la casa“, indicó una fuente.

Además, otro de los misterios del caso es que el celular del esmeraldero, pieza clave para la Fiscalía, desapareció extrañamente. En el dispositivo están las últimas llamadas, correos de voz, fotos y otros elementos que podrían arrojar información relevante sobre su asesinato. 

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La Clínica Cobos solo le entregó a la familia un reloj y otras pertenencias. Incluso, la ropa que llevaba puesta tampoco aparece y los allegados radicaron un oficio al centro médico para recibir explicaciones sobre el paradero de las pertenencias.



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