Editor jefe
Ago 25, 2024 – 7:39 am
Qué enorme daño hicieron María Corina Machado y la oposición al publicar las actas de las elecciones al día siguiente de que los venezolanos, según esos documentos, eligieran hace un mes a Edmundo González Urrutia como su presidente con una aplastante mayoría. No solo dejaron al descubierto el fraude del régimen de Nicolás Maduro y su carácter tiránico, sino que les quitaron el antifaz y convirtieron en objeto de duras críticas a otros gobiernos de la región que hacen ingentes esfuerzos para que la dictadura tenga oxígeno y se mantenga en pie.
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Pero el golpe fue tan severo que resultó como el hachazo crucial que se le asesta al árbol que debe ser talado y que lo estremece y hace crepitar antes de que comience su ya inevitable caída. Después de ese impacto definitivo, todo es cuestión de tiempo. Es tal el filo de las actas difundidas que no solo rasgó la corteza con que el régimen se daba una apariencia democrática: llegó hasta la médula de su tronco, esa que tiene la madera más vieja y dura, pero que tiende a partirse con mayor facilidad.
Por la publicación de las actas reclaman ya no solo países como Argentina, Canadá, Chile, República Checa, Costa Rica, Ecuador, España, Estados Unidos, El Salvador, Guatemala, Guyana, Italia, Marruecos, Países Bajos, Panamá, Paraguay, Perú, Reino Unido, Surinam, Portugal, República Dominicana y Uruguay, sino organismos multilaterales como la Unión Europea (UE), la ONU y la OEA, para todos los cuales la demora en la verificación de las actas, “preferiblemente por una entidad internacional”, pone en duda los resultados publicados inicialmente por el chavista Consejo Nacional Electoral (CNE).
Incluso, dos de los más fieles aliados de Maduro como los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, tuvieron que ceder, ante la contundencia de las circunstancias y la presión internacional, y manifestaron este sábado que “la credibilidad del proceso electoral solo podrá restablecerse mediante la publicación transparente de datos desglosados y verificables”, y expresaron que siguen “aguardando la difusión”, por parte del CNE, “de las actas desglosadas por mesa de votación”.
En el tono siempre melifluo del lenguaje diplomático, también dijeron que “toman nota de la decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela sobre el proceso electoral”. Se refieren a la ratificación que hizo esa instancia, también chavista, del resultado difundido por el CNE, y que desató la mayor ola de crítica mundial contra el régimen. Con ese mismo tono dulzón, Petro y Lula llaman “a todos los involucrados a evitar recurrir a actos de violencia y represión”, sin señalar de manera directa la generalizada violación de derechos humanos que desató Maduro y que la CIDH no duda en catalogar como terrorismo de Estado.
En medio de esa represión, el fiscal madurista Tarek William Saab citó este lunes al candidato opositor (y vencedor) González Urrutia para que responda por un canastado de crímenes: usurpación de funciones, forjamiento (falsificación) de documento público, instigación a la desobediencia de las leyes, delitos informáticos, asociación para delinquir y conspiración. Hasta ahora, su único ‘delito probado’ fue ganarle a Maduro con una abismal proporción de 40 puntos porcentuales. Su única ‘infracción’ fue recoger el malestar de la mayoría de venezolanos que quieren el retorno de la democracia.
La tibieza y tardanza de los pronunciamientos de los presidentes de Colombia y Brasil —para muchos, una estrategia que busca darle aire a Nicolás Maduro— queda aún más en evidencia por posiciones como la del también izquierdista mandatario de Chile, Gabriel Borich, para quien los derechos humanos no deben tener tintes ideológicos. “No hay duda que estamos frente a una dictadura que falsea elecciones, reprime al que piensa distinto y es indiferente ante el exilio más grande del mundo solo comparable con el de Siria producto de una guerra”, dijo.
Y sobre la ratificación del ‘triunfo’ de Maduro por parte del TSJ, el presidente chileno aseguró que “termina de consolidar el fraude”. Para Borich, “el régimen de Maduro obviamente acoge con entusiasmo su sentencia [la del TSJ] que estará signada por la infamia”. Por estos comentarios, muchos aseguran que Borich, de lejos, encarna el liderazgo regional que buscan con afán Petro y Lula da Silva. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que había estado alineado con sus homólogos de Colombia y Brasil, guardando un silencio que solo favorece a Maduro, fue, sin embargo, el primero de ese bloque en preguntar abiertamente por las actas.
Esa es la dimensión de las consecuencias que ha tenido la prematura difusión de las actas electorales por parte de la oposición. Al anticiparse, María Corina Machado acorraló y dejó sin opciones al régimen de Venezuela, porque, si Maduro las muestra, solo constatará su derrota. No existe ninguna otra razón para guardar las actas como un tesoro, cuando deben ser públicas y todo el mundo (literalmente) las reclama. La excusa de un supuesto jaqueo, esgrimida por el CNE, le habría impedido a ese organismo también consolidar ‘sus’ datos y entregar los resultados con que proclamó ilegítimamente a Maduro para un tercer período de seis años.
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Este miércoles 28 de agosto se cumple un mes de las elecciones y del hachazo que le dio la oposición al régimen de Venezuela, no solo en las urnas, sino también con la publicación de las actas, un hecho en el que contribuyeron decididamente muchos jurados y testigos de votación, por lo que hoy son fieramente perseguidos y reprimidos. Es obvio: esa valiosa información puesta a la vista de todos constituye el principio del fin del régimen, su caída, así sea demorada.
El desprestigio de Maduro y su camarilla, debido a la pérdida de credibilidad entre la comunidad internacional, salvo por contadas excepciones como los regímenes de Cuba y Nicaragua a este lado del mundo, y Rusia y China en el otro extremo, lo aísla aún más, y lo hacen también más peligroso. Es claro que Maduro está derrotado en lo electoral, debilitado en su base social y acorralado en el ámbito internacional, pero no está vencido en lo político y militar, lo cual hará que se encierre aún más. Su figura recuerda las dictadoras de derecha que padeció el continente en el siglo pasado y que reprimieron brutalmente a la izquierda. La historia parece haber tenido un movimiento de péndulo y ahora es de la izquierda de la que emanan regímenes totalitarios.
Pero antes que amilanar a la oposición con discursos vociferantes, leyes que restringen libertades fundamentales, amenazas y más de 1.600 detenidos (entre ellos, más de 100 menores de edad), la impulsó. María Corina Machado convocó nuevamente para este miércoles 28 de agosto a salir a las calles bajo la consigna de “Acta mata sentencia”, en alusión a la espuria decisión del TSJ. Ese empuje es el que puede echar por el piso definitivamente el tronco del régimen, gravemente herido por el hachazo de las actas.
— Escuela de Nada (@escueladenada) August 17, 2024
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