¿En que lugar de la realidad, ficción o fantasía es posible construir el escenario de los derechos y las responsabilidades humanas? Ahí, en donde el corazón late con suficiencia y estremecido por la gesta victoriosa, lugar de la presencia y del esfuerzo sublime, desde el cual es posible construir espacios libertarios o espacios de belleza inigualable, a través de los cuales es posible alcanzar caminos de libertad.
Fabio Alfredo Navarro Pasquali
Filósofo de la Universidad Nacional, Abogado de la Universidad Libre de Colombia, Especialista en Filosofía del Derecho y Teoría Jurídica de la Universidad Libre, Magíster en Historia de la Pontificia Universidad Javeriana.
Resumen.
Un aspecto importante en la obra de Friedrich Schiller hace referencia al escenario de la libertad que asoma por los resquicios de sus escritos, llevando a una búsqueda de elementos que hagan posible alcanzar ideales que atraviesan no sólo el ámbito del quehacer filosófico, sino que se instalan en el arte y la fantasía, literatura y ficción, como lugares en los cuales el espíritu se despliega alborozado, al encontrar la riqueza de ese mundo que se abre como pintura de mil colores, y en ella los valores que le hacen ser humano.
Las excelsas virtudes propias del arte y la belleza, a través de las cuales Schiller afirma la educación y la libertad, no aparecen de la nada, sino que tienen lugar en el diario vivir y la confrontación de tal ejercicio. Los valores que caracterizan al héroe popular son los mismos que el común de las personas tienen, pero solo se hacen visibles, cuando en el despliegue de poderosas fuerzas que alientan el quehacer de la victoria, el hombre común se acoge a la sombra gloriosa y percibe la libertad en la belleza del instante sublime.
Enfrentar los riesgos para alcanzar la victoria es la opción de quien debe traspasar los límites de su propia angustia, del miedo y otras limitaciones que pudieren surgir en el ejercicio de su quehacer cotidiano, que bien puede ser pretender medalla en una gesta deportiva, una realidad que el ciudadano convierte en mito y fantasía, sobre lo cual construye los imaginarios que dan sentido a su ser–colectivo.
Palabras clave.
Mito y fantasía, ser – colectivo, Educación estética, Arte y libertad, Estética y deporte.
Introducción.
La educación estética, asociada fundamentalmente con la belleza permite llevar al ser humano a distintas manifestaciones asociadas con la existencia no solo individual, sino colectiva, es decir, los valores devienen en el actuar cotidiano como condiciones que se desprenden del arte presente en la educación del ciudadano.
La belleza y la verdad, como único camino a transitar para hacer de lo sublime la categoría que permite ese ennoblecimiento del ciudadano que se reconoce entonces como ser político de una sociedad que parte para entenderse plena de la premisa humana.
En Cartas sobre la educación estética se plantea por Schiller el ennoblecimiento del ciudadano como verdadera reforma política, no es posible avanzar en la formación de una sociedad plena y democrática si el ciudadano no ha logrado salir de la culpable minoría de edad, en términos Kantianos, y para ello el arte cumpliría tal función.
Una educación verdadera debe fundarse en el arte, en la vida estética, que hace de la belleza el camino de la libertad y permite, más allá de consideraciones de estricto manejo político de la sociedad, en términos de organización, la formación de ciudadanos, entendiendo por ello, hacer del ciudadano un ser humano ennoblecido, capaz de jugar y de reconocerse en el juego como ser estético libertario individual-colectivo.
Para Byung – Chul Han, en el texto La salvación de lo bello, la imaginación y el entendimiento juegan libremente frente a lo bello, puede entenderse entonces la belleza como elemento de especial trascendencia en la constitución del ser que juega. Jugar como escenario del conocimiento y del quehacer cotidiano. Actitud lúdica, en términos del autor citado.
La estética del deporte, ¿un camino de libertad?
Una aproximación a lo bello en el diario y cotidiano vivir puede ser entendido como aquello que en un instante nos sustrae de la realidad, para transportarnos a lugares de fantasía, en donde lo que nos constituye como seres humanos alcanza alturas insospechadas. El hombre o mujer común que se transforma en héroe o heroína, logrando cotas insospechadas, pero que a la luz de las expectativas y esperanzas traspasan el límite imaginario entre la realidad y la fantasía.
“Al contemplar lo bello, las facultades cognocitivas juegan. Todavía no trabajan en la producción de conocimiento. Es decir, ante lo bello, las facultades cognocitivas se encuentran en una actitud lúdica.” (Chul Han, 2016. p. 34.)
Para Byung Chul Han, lo que constituye lo bello no es ajeno al sujeto, sino que resulta ser constitutivo de su propia esencia y que además de serlo es igualmente sublime, no hay distancia posible entre esas dos categorías; por el contrario, en el encuentro con lo sublime, el sujeto se siente conmovido y por fuera de sí, igualmente sobrecogido por la magnitud de los hechos, que advierte y siente miedo, pero la razón le permite trascender el difícil momento y puede entonces volver al valle del placer. Ni lo bello ni lo sublime representan lo distinto del sujeto. Más bien son absorbidos por su intimidad. (Chul Han. p. 37)
En Cartas sobre la educación estética, Friedrich Schiller señala que la belleza sólo surge de la belleza, es decir, puede entenderse que lo bello deviene de la expectativa que obra en nuestro propio ser, es decir, aquello que nos conmueve estéticamente está inscrito en la forma de concebir la propia existencia frente a una realidad histórica. Debe entenderse como un restablecimiento de la condición humana.
La educación estética asociada fundamentalmente con la belleza permite llevar al ser humano a distintas manifestaciones asociadas con la existencia no solo individual, sino colectiva, es decir, los valores devienen en el actuar cotidiano como condiciones que se desprenden del arte, presente en la educación del ciudadano.
La belleza y la verdad como único camino a transitar para hacer de lo sublime la categoría que permite ese ennoblecimiento del ciudadano que se reconoce entonces como ser político, de una sociedad que parte para entenderse plena de la premisa humana.
En Cartas sobre la educación estética se plantea por Schiller, el ennoblecimiento del ciudadano como verdadera reforma política, no es posible avanzar en la formación de una sociedad plena y democrática, si el ciudadano no ha logrado salir de la culpable minoría de edad, en términos Kantianos, y para ello el arte cumpliría tal función.
Héroes y hazañas legendarias.
El 14 de julio de 1985 en la cafetería de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional sede Bogotá, sobre las 9.00 de la mañana se veía en una pantalla de televisión a un hombre de extraña camiseta de pepas rojas descender a gran velocidad por una carretera francesa que conducía del pico montañoso Croix de Chabauret a la población de Saint Etienne, final de etapa en un tal Tour de Francia.
El hombre, o mejor el héroe, avanzaba velozmente hacia su destino, sin darse cuenta que, como pudimos, nos acomodamos de la mejor forma posible en su bicicleta y si se dio cuenta, no le importó su carga porque sabía que ese peso simbólico-adicional era el orgullo de un pueblo, sus risas y valores, ancestro, legado, raigambre, esperanza, derecho a la felicidad, a sentirse uno con todos sin distingo, sublime y eso no era una carga, formaba parte sustancial de su ser como del nuestro, éramos uno descendiendo a la mayor velocidad posible.
De pronto algo pasó, todos estábamos en el pavimento sin saber qué hacer, con el orgullo rasgado y los sueños quebrantados, el mundo en un instante giró y se nos vino encima y quiso devolvernos a las sombras de la precaria realidad, pero no contaba con el campesino colombiano Luis Alberto Herrera Herrera, vestido de pepas rojas, que mientras los demás gemían al borde del camino, montó en su nave de dos ruedas y como Alejandro, al que la historia conoce como Magno, al galope tendido en Bucéfalo, su fiel y heroico caballo, se lanzó en feroz embestida contra los fantasmas que acechaban el destino de su pueblo. No tuvimos tiempo de sacudirnos; solo nos agarramos de nuevo, como pudimos de la nave imperial y acompañamos al inmortal héroe en su vertiginoso vuelo.
La brisa, o mejor, el vendaval furioso azotaba nuestras caras y de vez en cuando gotas de sangre del gigante herido llegaban a nosotros. Sabíamos que millones de corazones latían con fuerza en la tierra amada, que las abuelas oraban para que no cayéramos, cientos de miles con un nudo en la garganta intentaban entonar el Himno glorioso. Al final ganamos la etapa, la que era, la que hizo de la fantasía realidad o, al contrario, de la realidad fantasía.
Después de esa heroica jornada, salimos para clase de Lógica, con el recuerdo de aquella gesta, apretando la garganta, pero al pasar por el mítico Jardín de Freud, lugar de ensueño en la querida Universidad, entre la facultad de Sociología y el edificio “Blanco” de la Historia y otras tantas Humanidades, una compañera nos dijo que no debíamos ir a esa clase, porque era claro que la realidad que pensamos signada por estrictas premisas y conclusiones, no era tal; ese día luminoso así lo demostraba; entonces, decidimos decretar el cese de la Lógica por ese día, la remitimos a cuidados intensivos y nos acomodamos bajo frondoso árbol del querido Jardín.
No sobra decir que muchos otros deportistas tejieron caminos de fantasía, hicieron de sus hazañas un glorioso presente y sonrisa de esperanzador futuro, para un pueblo que con ellos se asomaban a un mundo desconocido y distante, continentes nombrados en las noticias de las guerras o países de gentes anónimas pasaron a ocupar lugar en la común charla matutina.
Miguel Valderrama, Emilio Echeverry, Didier Tamayo, Ignacio Posada, Humberto Posada, Alfredo Yaguas, Gabriel Blando, Pablo Uribe, José del Carmen Gómez Jaime Duque, Mauricio Rivas, Martín Emilio “Cochise” Rodríguez, Rubén Darío Gómez, Mario “Papaya” Vanegas, Antonio Cervantes Kid Pambelé, Rodrigo “Rocky” Valdez, Bernardo Caraballo, Marcos Coll y compañeros de Selección, Víctor Mora, Álvaro Mejía, entre otros grandes.
Heroicas mujeres caminando la Historia.
La historia de la mujer en el deporte se remonta a comienzos del siglo XX con su presencia y actuación en los recién incorporados a la vida cotidiana clubes sociales y deportivos, en principio dedicados a la recreación y al sano esparcimiento, como se afirmaba en el objeto social de fundación, pero que en el desarrollo de sus actividades fueron incursionando en el deporte. Tal proceso de inserción permitió que la mujer se acercara a determinados deportes propios de tales escenarios y entendidos como actividades de élites.
De otra parte, la incipiente pero creciente industrialización del país, como señala Luz Ángela Núñez en el texto El obrero ilustrado. Prensa obrera y popular, fue generando espacios de trabajo para la mujer y adicionalmente su incursión en escenarios que le eran vedados, entre ellos, juego y deporte.
“Como se ve el discurso sobre la mujer se desenvolvía en grandes contradicciones, puesto que, para los hombres y mujeres de la época, no era fácil despojarse de los prejuicios machistas imperantes en la sociedad y esto chocaba con las nuevas ideas de igualdad y transformación social.” (Núñez, 2006. p. 189.)
Mujeres que trascienden el tiempo y el espacio enseñando libertad.
En 1932, luego de superar distintas etapas críticas pudieron las mujeres participar en el principal certamen del Deporte en el país, Juegos Nacionales celebrados en Medellín, en el que brillaron deportes como el baloncesto y el tenis femenino, como lo explica González Villate, citando al periodista Alberto Galvis.
Elvira Correa, máxima encestadora del equipo de Baloncesto de Antioquia, y Josefina Lozano de Cundinamarca, quien obtuvo el oro en Tenis. También destaca el autor, en cita a Cecilia Navarrete, Elvira Correa y Margoth Zúñiga: “…que supieron resistir desde el deporte para ser recordadas como unas de las pioneras de la competencia femenina en el país.” (Gonzáles Villate, 2020)
María Isabel Urrutia, Mariana Pajón, Ximena Restrepo, Catherine Ibargüen, Jackeline Rentería, María Luisa Calle, Yuri Alvear, Mabel Mosquera, Olga Lucía de Angulo, Isabel Cristina Gutiérrez, Cecilia “la Chechi” Baena. Tatiana Calderón, Selección femenina de Fútbol, Sofía Gómez, Neyla de Vidal, Aleyda Rubio, Gloria García, Teresa Vargas, Mery Bejarano, Ángela Espinoza, entre otras grandes.
Conclusiones
Este escrito no concluye porque las heroínas y los héroes no forman parte de párrafos conclusivos; pasan a ocupar espacios de amor en lo profundo del corazón del pueblo. Recostados en cualquier árbol de cualquier jardín, así ya no haya un árbol en el jardín o ni siquiera el jardín, los seguiremos viendo pasar en rauda carrera, porque seguirán estando ahí con la risa puesta, como en las mañanas de neblina cuando se apresura el paso para bajar los tiempos.
¿En que lugar de la realidad, ficción o fantasía es posible construir el escenario de los derechos y las responsabilidades humanas? Ahí, en donde el corazón late con suficiencia y estremecido por la gesta victoriosa, lugar de la presencia y del esfuerzo sublime, desde el cual es posible construir espacios libertarios o como se desprende de lo anunciado por Friedrich Schiller, espacios de belleza inigualable a través de los cuales es posible alcanzar caminos de libertad.
Bibliografía
Chul Han, B. (2016. p. 34.). La salvación de lo bello. Barcelona: Herder.
Gonzáles Villate, C. R. (2020). Las pioneras del deporte en Colombia. Obtenido de Colombia.as.com: https://colombia.as.com/colombia/2020/03/06/masdeporte/1583517585_234950.html
Núñez, L. Á. (2006. p. 189.). El obrero ilustrado. Prensa obrera y popular en Colombia. 1909 – 1929. Bogotá. D.C.: Ediciones Uniandes.
Referencia.https//es.mwikibooks.org/wiki/Esgrimaflorete/Historia/Breve_Historiade_la_Esgrima_en_Colombia.