El recuerdo de Coubertin, el genio del deporte – TDI Colombia

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La exposición Coubertin Genio del Deporte, que finalizará el próximo 13 de septiembre, en París, ha sido un enorme esfuerzo de la familia de Coubertin, y del periodista y escritor George Hirthler, autor del reciente libro que lleva el mismo nombre y que se encuentra actualmente escrito en inglés y publicado por la editorial  Ringworks Press, Atlanta, Georgia.

Por Clemencia Anaya Maya

Vicepresidenta Academia Olímpica Colombiana

El 2 de septiembre de 1937 mientras caminaba por el Parque La Grange, en Ginebra, Suiza, falleció el Barón Pierre de Coubertin. Eran tiempos difíciles y de gran preocupación para el visionario del deporte mundial…

Prácticamente solo, alejado de todo, en la ruina y con muchos pensamientos que le abrumaban, lo sorprendió un infarto fulminante. Un hombre comprometido, apasionado por el olimpismo, infatigable escritor, por demás inspirador a través de sus palabras que aún hoy nos hacen reflexionar y abnegado deportista, no importaba cuál fuera la disciplina que el día a día le invitara a seguir: tenis, esgrima, remo, ciclismo, boxeo, tiro o actividad física en general.

No encuentro mejor manera de recordar su nombre en este mes, en el que se cumple el aniversario de su fallecimiento, que compartir con ustedes algunos aspectos de la exposición presentada por la Asociación Familiar de Coubertin y la Alcaldía del distrito VII de París, del 11 de junio al 13 de septiembre y titulada Coubertin, el Genio del Deporte.

El Distrito VII de París era el barrio en el que vivió Coubertin durante aquellos años de gestación de su magnífico proyecto para unir al mundo en paz, a través del deporte. Estando allí, con ocasión de los Juegos Olímpicos París 2024 no pude resistirme a sus calles y al entorno. Recorrí cada espacio pensando en su época, en sus ideas y en sus dificultades, sus sueños y sus realidades, su esfuerzo y su familia, su dedicación al proyecto y sus hijos…

Había nacido el 1 de enero de 1863 muy cerca de la Alcaldía, en donde se llevó a cabo la exposición, y muy cerca, también, sobre la misma acera, del Ministerio de Educación, icónicos lugares de la ciudad y de la historia.

El linaje de Coubertin

La Exposición resaltó la ilustre historia de la familia Coubertin, originalmente los Fredy, que tienen unas raíces profundas en Francia y cuatro siglos de relación con la monarquía. Por allá en 1477, Pierre Fredy sirvió como mayordomo del rey Luis XI, fue ennoblecido por el rey por su leal servicio y recibió un escudo de armas familiar.

En 1506, Felice de Fredi, de la rama italiana de la familia, descubrió la obra maestra escultórica “Laocoonte y sus hijos” debajo de su viñedo en Roma y se lo obsequió al Papa Julio II, que la convirtió en la pieza inicial del Museo Vaticano.

En 1571, Jean-Francois Fredy compró el señorío Coubertin y la tierra del Chateau de Coubertin, en Sant Rémy de Chevreuse, al sur de París.

En 1698, Francois Fredy, Lord de Coubertin, ayudó a liderar la batalla naval de la Bahía de Hudson, contra Inglaterra en América del Norte, se convirtió en Caballero de la Orden Real y Militar de San Luis y se casó con una familiar de Cyrano de Bergerac.

En 1745, Nicolas de Coubertin sirvió como coronel de la Batalla de Fontenoy y tuvo una distinguida carrera militar, bajo el reino de Luis XV y Luis XVI.

En 1793, Henry de Coubertin murió en la guillotina, como parte del séquito de María Antonieta.

Julian Bonaventure Fredy de Coubertin (1788-1871) abuelo paterno de Pierre, fue nombrado Caballero de la Legión de Honor por el emperador Napoleón Bonaparte, y en 1822 recibió el título de Barón de manos del rey Luis XVIII.

El padre del Barón, Charles de Coubertin (1822-1908) fue un distinguido pintor de la tradición clásica. La mayoría de sus obras sobre temas religiosos fueron exhibidas en el Salón de París por más de 40 años. También fue miembro de la Legión de Honor.  

La genealogía materna

Evidentemente, la exposición nos entregó una historia extraordinaria y bien detallada del linaje de Pierre de Coubertin por parte de su padre. En cuanto a su madre, Marie de Crisenoy de Coubertin, remonta su genealogía a Rollo, el conquistador vikingo y Duque de Normandía,   quien luchó en el norte de Francia en la Edad Media. Los descendientes de los Crisenoy produjeron un linaje de líderes gubernamentales, militares y comerciales a lo largo de siglos y crearon su fortuna. 

Ella era la nieta del Marqués de Mirville, que se convirtió en un lugar emocional en la vida de Pierre, desde su infancia y adolescencia, hasta el lanzamiento de su carrera. Cuando era joven desarrolló contactos políticos significativos y útiles en La Havre.

Con estos antecedentes podemos comprender la forma natural y espontanea en su liderazgo para crear el Comité Olímpico Internacional, con una estructura integrada por personajes relacionados con la monarquía europea y comerciantes de gran reconocimiento, que contribuyeron ampliamente a los inicios del Movimiento Olímpico.

Los cinco grandes temas de su visión Olímpica

Pese a su linaje y a sus excelentes relaciones políticas y gubernamentales, Coubertin tuvo que encarar diferentes momentos críticos, para mantener su sueño y, sobre todo, para protegerlo de diferentes amenazas.

“No tendremos paz hasta que se haya sobrevivido a los prejuicios que ahora separan a las diversas naciones; qué mejor manera de lograr este fin que reunir periódicamente a los jóvenes del mundo, para pruebas de fuerza muscular y agilidad”

Los temas más destacados en su visión acompañan hoy al Movimiento Olímpico:

  1. Olimpismo: una filosofía humanística de la vida creada por Coubertin, para inspirar a los atletas y dar orientación moral al Movimiento Olímpico.
  2. Deporte y Educación: una defensa de por vida de los beneficios del deporte en las escuelas y su papel en la construcción del carácter y de mejores ciudadanos.
  3. Universalidad: deporte para todos, una creencia inquebrantable de que todos los hombres, mujeres y niños podían beneficiarse del deporte y que los Juegos Olímpicos tenían que estar abiertos a todos los pueblos, sin discusión.
  4. Paz a través del deporte: el concepto central y básico de que los Juegos Olímpicos podrían servir para un propósito mayor, uniendo al mundo en la amistad y la paz, a través del deporte.
  5. El deporte como religión: en opinión de Coubertin, la filosofía griega del helenismo, que se centró en el aquí y ahora y no en la vida después de la muerte, dio al espíritu olímpico moderno el carácter de una religión secular.

Un visionario impulsado a ser un hombre de acción

Impulsado por “una compulsión interna”, a la que era incapaz de resistir, aplicó su incansable energía para crear la fiesta cuadrienal del deporte, resucitando los Juegos Olímpicos y sus rituales míticos. 

Su fortuna personal era la tesorería del Movimiento Olímpico. Gastó todo su dinero y la mayor parte de la herencia más considerable de su esposa, para asegurarse que los Juegos Olímpicos se convirtieran en la cúspide del deporte global.

Aunque su memoria ha sido prácticamente olvidada, “él era, tal vez, la persona más influyente en el deporte moderno”, según Bárbara Keys, autora de Globalizing Sport, Harvard University Press.

La exposición Coubertin Genio del Deporte, finalizará el próximo 13 de septiembre en París y ha sido un enorme esfuerzo de la Asociación familiar de Coubertin, acompañada por el periodista y escritor George Hirthler, autor del reciente libro que lleva el mismo nombre y que se encuentra actualmente escrito en inglés y publicado por la editorial  Ringworks Press, Atlanta, Georgia.