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de la pasión al sacrificio y del sacrificio al placer – TDI Colombia


La semana pasada falleció en Bogota, el periodista y dirigente vallecaucano Guillermo Ruiz Bonilla, quien, además de haber sido dirigente de varios clubes defútbol, dejó un importante legado, representado en una gran cantidad de documentos sobre la historia del fútbol colombiano.

Por Alberto Galvis Ramírez

Director de la Revista Olímpica y Presidente de la Academia Olímpica Colombiana.

La primera gran tarea, tal vez la más difícil, que debemos hacer en este momento, en que Guillermo Ruiz Bonilla se ha ido de este mundo, es poder hacer el inventario de su numerosa producción bibliográfica, después de más de 40 años de ejercer esa, para muchos, extraña goma, de construir una historia que nos permita conocer el pasado, entender el presente y prepararnos para el futuro, como es la misión de los historiadores, porque algunos de sus escritos se publicaron se encuentran en bibliotecas particulares.

Para cumplir con su pasión, asumida por su propia voluntad, en 1959, como la gran tarea de su vida, Guillermo Ruiz Bonilla vivió desde entonces las 24 horas del día, y no es exageración, recogiendo documentos, datos, referencias, anécdotas y todo cuanto tuviera que ver con el gran amor de su vida, que fue el fútbol colombiano. Sólo de esta manera se puede entender de dónde sacó más de 40 publicaciones, casi una por año, desde cuando fue adulto y conciente de su inclinación, producción que conforma la más grande biblioteca de la historia de nuestro fútbol.

Para muchos es imposible que un ser humano haya sacrificado su vida, por estar metido entre libros, documentos, papeles viejos, recortes de prensa, grabaciones, y además, detrás de los personajes que fueron actores de unas historias que él estampó en libros y documentos, reveladores y agradables, a la vez.

Sin embargo, para aguantar el enorme sacrificio que significaba olvidarse de vivir y reducir su vida a los momentos de contacto con las fuentes inspiradoras de sus historias; para resistir el agobio de unas investigaciones sin fin, porque la historia de hoy se vuelve vieja mañana; para aguantar horas y horas, primero, delante de las fuentes y luego de una máquina de escribir, en sus años mozos, y de un PC., después, y para escribir y escribir durante jornadas eternas, sin derecho al cansancio, debió Guillermo convertir la pasión en sacrificio y el sacrificio en placer, -porque para él era placentero escribir de fútbol-, y transmutar todo su mundo al fútbol. Eso incluyó a su propia familia, conformada por Gloria, su esposa, y Juan Guillermo, Ángela María y Daniel Mauricio, sus hijos, quienes integraron con él una empresa destinada a cumplir con sus sueños.

Con Carlos Salvador Bilardo, en 1978.

Un bichito para la vida

Nacido en Tuluá, Valle, el 15 de noviembre de 1949, hace casi 75 años, hijo de Apolinar Ruiz Andrade y Graciela Bonilla de Ruiz, cuando era muy joven se aficionó por el fútbol, que jugaba como centro delantero, en el Ingenio San Carlos, en el cual trabajaba su padre. Es cierto, que nunca pensó en el fútbol como algo serio, por ejemplo, en una profesión, pero esas jornadas, aunque recreativas, lo impulsaron a definir su perfil para toda la vida.

Ni a su papá, ni a su mamá les gustaba el fútbol, pero sí a un amigo de su padre, apodado El Tío Barbas -como el personaje de una historieta  de la época-, quien lo llevaba al estadio Pascual Guerrero a los partidos de Cali y América, y a quien él consideró como su mompa (amigo, en caleño), en las lides del fútbol.

Corría 1959. El joven Guillermo Ruiz, de 10 años, con el apoyo de su mamá, que arañaba pedazos del presupuesto de la canasta familiar para alimentarle su extraña pasión, empezó a comprar cuanta revista aparecía: El Gráfico, de Argentina; Afición, de Carlos Arturo Rueda (1960); Olímpica, de Cali, dirigida por Fernando Franco García y Joaquín Marino Lopez, íconos del periodismo vallecaucano (1961); Gol fijo, de Jaime Botero Gómez (1961); Esfera Deportiva, de Mike Forero Nougués (1962); Estadio, de Santiago Pardo (1962); Vea Deportes, de Fabio Echevarría  (1964); Deporte Grafico, de Carvajal y Compañía (1966); Totoguía, de Humberto Rodríguez Jaramillo, y Nuevo Estadio, de Javier Giraldo Neira (1970), además de las que vinieron en los años siguientes como Cronómetro, de El TiempoLa Revista del Deporte, de El EspectadorEquipoAs Deportes y cuanta revista editaban los clubes profesionales de fútbol.

“Le compré la cartilla Alegría de leer y nunca lo veo aprendiendo, pero en todo momento se mantiene viendo revistas deportivas. Lo que sí le digo es que no quiero vagos en mi casa”, le dijo alguna vez su padre.

“Papá, con las revistas deportivas aprendí a leer. Aquí dice, por ejemplo, ‘Jugó como una máquina el puntero’ y su autor es Borocotó. Él dice que el quinteto de River Plate, integrado por Juan Carlos Muñoz, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau, fue una máquina para derrotar, 6-2, a Chacarita Juniors”, le dijo el niño Guillermo a su padre, quien abrió los ojos como si le fuesen a echar gotas. No podía creer que su hijo, tan pequeño y sin ir al colegio, ya sabía leer. Entonces lo miró con los ojos llenos de lágrimas, pero no le salió ninguna palabra (entrevista de Williams Viera, en Cápsulas de Carreño).

Publicación que recibía o compraba, Guillermo la “despedazaba”, es decir, recortaba cuantas páginas le interesaban, para armar una colección única, que le permitió construir tantas historias del fútbol colombiano, que consultaba cada vez que emprendía un nuevo proyecto editorial.

Foto: El Espectador.

El fútbol dejó a un lado la psicología

En la década de los años setenta, del siglo XX, Guillermo Ruíz Bonilla se radicó en Bogotá, estudió psicología en la Universidad de La Sabana y alcanzó a trabajar en la docencia, en Medellín, como vicerrector de un colegio.

Pero pronto tomó la ruta definitiva del fútbol, a partir de un negocio que hizo, al cambiar su automóvil Mazda 626, por dos cajas de negativos de fútbol. La “locura” que cometió se convirtió en una inversión -en ese momento no predecible- porque le representó tener los insumos para la publicación de sus obras, de las cuales derivó parte de su sustento y el de su familia. 

Además de las investigaciones que le quitaban mucho tiempo y lo llevaban a robarle horas a su descanso, para encerrarse en su biblioteca, conformada por más 2.000 libros, la mayoría de fútbol, se vinculó a varios clubes, como el Deportivo Cali, como asistente de presidencia; a Millonarios y al América, en la gerencia deportiva, para organizar sus divisiones inferiores; a la Escuela Sarmiento Lora y a la Institución Educativa Escuela Nacional del Deporte, las dos, de Cali, y a la Universidad Sergio Arboleda, de Bogotá, en donde dictó la materia Historia del fútbol colombiano; además fue Secretario General de la Dimayor en dos oportunidades, y coordinador deportivo de las selecciones juveniles de Colombia. De igual manera, hizo parte de la Asociación Mundial de Estadísticas del Fútbol.

Entre sus publicaciones más recordadas se encuentran Historia del Gol en Colombia, Colombia y su Fútbol, ABC del fútbol colombiano (cuatro tomos), Historia de la Copa Mustang 20 años, Historia de la Selección ColombiaLa Gran historia del fútbol profesional colombiano,  60 años de fútbol profesional colombiano, Historia de la selección Colombia, Santa Fe, el primer campeón y las historias de varios clubes como Millonarios, América, Santa Fe, Junior, Quindío, Nacional, Magdalena, Tolima, Deportivo Cali, Once Caldas y Medellín.

Una de sus obras más importantes fue el ABC del fútbol colombiano, una verdadera enciclopedia en cuatro tomos, a la cual se refirió en estos términos: “la tarea no fue fácil. Registrar las hazañas, los récords, los hechos más resonantes a través de casi 64 años de historia, fue un plan que me llevó por el camino de los archivos de la Dimayor, bibliotecas, revistas viejas, libros de todo el continente, entrevistas con todo tipo de personajes, muchos días con sus noches buscando datos sobre los jugadores que llegaban del exterior, sumar partidos, goles y características de los deportistas que no alcanzamos a ver, para poder presentar este trabajo. Esta obra incluye alrededor de 9.000 protagonistas, entre jugadores, técnicos, dirigentes, árbitros empresarios y periodistas, con sus estadísticas y perfiles biográficos, de más de 25 nacionalidades. Es un trabajo integral, donde, fundamentalmente, se rendirá un homenaje a todos aquellos que pisaron alguna vez una cancha o intervinieron en los diferentes torneos organizados por la Dimayor.

“En esta obra se presentan también los hombres que vistieron la camiseta nacional en diferentes eventos internacionales con sus partidos y goles oficiales. Esperamos de esta manera satisfacer una de las necesidades más importantes del fútbol de nuestro país, donde la bibliografía es escasa”.

En sus últimos años, Guillermo Ruiz trabajó como colaborador de los libros Conmebol (2001), Copa América(2007), Copa Libertadores (2010 ); fue historiador de la cadena Caracol; asesor del portal www.gob.gov.gob.net; director de contenidos de la página www.ligapostobon.com.co y gerente general de Mundo fútbol SAS.

Con razón, Guillermo Ruiz Bonilla fue considerado La Biblia del fútbol colombiano.

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