Las autoridades cubanas acusaron al gobierno de Estados Unidos de no tener voluntad de esclarecer un ataque con bombas a la embajada de la nación caribeña en Washington de hace poco más de un año ni cooperar con la isla para identificar al agresor.
La sede diplomática cubana en Estados Unidos fue atacada dos veces en los últimos cuatro años: la primera por un francotirador confeso llamado Alexander Alazo Baró, un cubanoamericano encontrado in fraganti, y la segunda en septiembre de 2023, cuando una persona no identificada arrojó bombas molotov, pero logró huir.
Hay “una falta de voluntad y en cierta medida complicidad de las agencias federales de Estados Unidos que son las encargadas de evitar acciones terroristas”, dijo el miércoles a un grupo de periodistas la subdirectora para Estados Unidos de la Cancillería cubana, Johana Tablada.
La protesta de Cuba es el último peldaño descendente en las relaciones binacionales que comenzaron durante la administración del expresidente republicano Donald Trump y siguieron sin modificaciones prácticas durante la gestión del demócrata Joe Biden.
En todo este año no hubo pronunciamientos ni anuncios sobre el avance del caso del atacante no identificado por parte de las autoridades de Estados Unidos. Un pedido de AP de comentarios a la Embajada de Estados Unidos en Cuba el miércoles no fue contestado hasta el momento.
Tablada informó que las autoridades cubanas y estadounidenses y las dependencias policiales de ambos países tuvieron a lo largo de este año desde videoconferencias y reuniones presenciales —al tiempo que se compartieron grabaciones y se permitió a oficiales estadounidenses ingresar a la embajada cubana en Washington— sobre este último atentado con bombas caseras, el de 2023.
Los norteamericanos confirmaron que “tenían huellas y ADN” del desconocido que lanzó las bombas molotov. Luego guardaron silencio, dijo la funcionaria cubana.
Los Diálogos de Aplicación de la Ley, que Tablada indicó como parte de espacios en los que la isla buscó cooperar, son el mecanismo entre Cuba y Estados Unidos que permite el intercambio de información policial, uno de los pocos puntos de contacto que funciona actualmente entre ambos países.
Las relaciones diplomáticas —y la apertura de embajada— se retomaron en 2014 y 2015 durante el mandato del presidente Barack Obama, pero sufrieron un fuerte revés con el incremento de sanciones por parte de Trump como parte de las presiones para lograr un cambio de modelo político en la isla.
“Cuba confió en el proceso investigativo y posteriormente no aparece nada”, protestó Tablada ahora.
“Al cabo de un año a nosotros nos resulta alarmante, sobre todo por el mensaje que envía: se puede en un área estratégica de la capital de Estados Unidos agredir con un acto terrorista una misión diplomática”, agregó la funcionaria. “¿Se podría hacer algo así en La Habana? Jamás. En cualquier capital del mundo en una embajada de un país, sin que las autoridades tengan una rápida respuesta”.
En cuanto a Alazo Baró fue detenido la madrugada del 30 de abril de 2020 con un cargador de fusil automático AK-47 precisamente en el momento en que estaba causando daños materiales contra la sede diplomática y ya había disparado 32 proyectiles. En el ataque, no hubo víctimas. El hombre fue liberado a comienzos de este mes por las autoridades judiciales.
Tablada rememoró muchos incidentes violentos contra Cuba desde los años de la Guerra Fría y lo consideró un “patrón” fomentado por la impunidad de los perpetradores.
Por su parte, la funcionaria indicó que la televisión cubana transmitirá en la noche del miércoles un programa especial para dar a conocer los elementos que Cuba entregó a Estados Unidos sobre el ataque de 2023 incluyendo grabaciones de video en donde se ve al agresor no identificado hasta el momento.
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