Microsoft ha reiterado su postura sobre los requisitos mínimos para Windows 11, dejando claro que no tiene planes de flexibilizarlos. Con el soporte de Windows 10 programado para terminar en menos de un año, la compañía insiste a los usuarios que actualicen su hardware para cumplir con los estándares exigidos por el nuevo sistema operativo. Esto incluye procesadores modernos y la presencia de un chip TPM 2.0, el cual desempeña un rol clave en la seguridad del sistema mediante funciones como el cifrado y la autenticación multifactor.
Las estadísticas recientes muestran que más del 60% de los usuarios de Windows todavía utilizan Windows 10. La compañía, sin embargo, argumenta que estos requisitos son esenciales para garantizar el rendimiento y la seguridad de Windows 11. Además, destaca que las CPU más antiguas carecen de instrucciones clave, como AVX2, necesarias para aprovechar las capacidades del sistema operativo.
Windows 11 no bajará sus requisitos.
A partir del fin del soporte, los usuarios que decidan permanecer en Windows 10 tendrán que pagar una tarifa anual de 30 dólares para seguir recibiendo actualizaciones de seguridad. También, podrán considerar cambiar a sistemas Linux o actualizar su hardware, opciones que representan desafíos para quienes no cuentan con recursos o conocimientos técnicos suficientes.
La transición de Windows 10 a 11 resalta una problemática más amplia: el dilema entre la necesidad de avanzar tecnológicamente y las limitaciones económicas de muchos usuarios. Con un gran porcentaje de sistemas incapaces de cumplir los requisitos actuales, Microsoft enfrenta la difícil tarea de mantener su base de usuarios mientras prioriza la seguridad y el futuro del sistema operativo.
Fuente: Ars Technica