La reciente salida de Pat Gelsinger como CEO de Intel, bajo presión de la junta directiva, marca un punto crítico en la historia de la empresa. Gelsinger, quien asumió el cargo en 2021, buscaba transformar a Intel en un líder en fabricación de semiconductores para clientes propios y terceros, enfrentándose a retos financieros a corto plazo para asegurar beneficios estratégicos a largo plazo. Sin embargo, sus planes, que requerían grandes inversiones en tecnología como el nodo 18A, fueron vistos por la junta como arriesgados y poco rentables en el momento, lo que llevó a su despido en un momento complicado para la compañía.
El análisis del experto Doug O’Laughlin es particularmente pesimista, comparando esta decisión con abandonar un tratamiento crítico antes de su conclusión. O’Laughlin sugiere que la junta, compuesta mayoritariamente por miembros sin conocimientos técnicos, priorizó maximizar el valor a corto plazo para los accionistas, lo que podría derivar en la venta de divisiones estratégicas como Altera o incluso la absorción de Intel por gigantes como Qualcomm. Aunque estas opciones podrían parecer lógicas desde una perspectiva financiera, implican un abandono de las aspiraciones de Intel de competir con gigantes como TSMC en el mercado de fabricación de chips.
Intel se encuentra en una situación complicada.
En este contexto, la historia reciente de Intel refleja una gestión desconectada de las demandas técnicas de la industria. Los esfuerzos de Gelsinger se enfrentaron a una junta directiva con poco enfoque estratégico y más interés en la optimización de costos que en la innovación tecnológica. Mientras tanto, la falta de confianza de los inversores en la capacidad de Intel para revertir su situación ha permitido que la empresa opere en «piloto automático», según O’Laughlin, lo que ha resultado en una falta de liderazgo visionario.
A pesar del panorama sombrío, el nombramiento de figuras clave como Eric Meurice (ex CEO de ASML) y Steve Sanghi (interino de Microchip) en la junta directiva podría ofrecer una oportunidad de redirección estratégica. Sin embargo, queda por ver si estos cambios llegan a tiempo para salvar a Intel y posicionarla nuevamente como una fuerza dominante en la industria de los semiconductores.
Fuente: Fabricated Knowledge