El pasado 28 de marzo murió en Pujilíu, Ecuador, Armando El Piripi Osma, uno de los más recordados futbolistas colombianos, víctima de un fulminante infarto cardíaco. Lo recordamos como un luchador, que debió superar momentos de frustración, triunfar en Colombia y en el Ecuador y morir, cuando era técnico del equipo lovcal.
Por Felipe Zarruk
Periodista de Vanguardia Liberal, de Bucaramanga
Don José Agustín Osma le comunicó a doña Nazaria Rueda, su esposa, que Bavaria, la empresa en la cual trabajaba lo había trasladado a Bogotá. Ya en la capital, don José Agustín tenía tiempo para ir los domingos al estadio Nemesio Camacho El Campín, con sus dos hijos varones, José Luis y Armando, quienes quedaron maravillados con un delantero que hacía diabluras por la punta derecha: Willington Ortiz. Por este motivo, cada vez que jugaban en la calle, los hermanos Osma Rueda gritaban a los cuatro vientos, que ellos eran Willington Ortiz. Hoy en día, cuando los hermanos se saludan 50 y tantos años después, todavía se dicen “Willy”.

Piripi, apodo que le pusieron desde niño por culpa de un payaso que trabajaba en el circo Egred Hermanos jugaba todo el día en la calle y luego en la cancha del Instituto Tecnológico Santandereano mostró desde muy joven sus condiciones y poco a poco fue escalando en los equipos del balompié aficionado de la región, como el Boca Juniors, de Carlos Pinto, hasta llegar a la selección Santander, en la cual se destacó y le sirvió para que fuera contratado por el Atlético Bucaramanga, en 1981. Entretanto, su hermano José Luis se dedicó al atletismo, en la modalidad de salto triple, en la cual se destacó y formó parte de varias selecciones departamentales, antes de estudiar medicina, en la UIS.
El inquieto delantero, nacido el siete de diciembre de 1961, estaba listo para debutar, hasta que un clásico regional entre Bucaramanga y Cúcuta, que se jugaba en el estadio Alfonso López (hoy, Américo Montanini), en 1983 marcó su destino. Piripi quedó solo ante el portero motilón, no sabemos si fue Miguel Núñez o Landaburo y falló en la definición. El arquero del rival de toda la vida sacó rápidamente, vino el contragolpe y el onceno rojinegro empató el partido. Los hinchas del Bucaramanga empezaron a insultar al Piripi y a presionar al técnico, Américo Montanini y este, por proteger al jugador, lo sacó del encuentro.
Armando se fue llorando al vestuario. Después del partido siguió escuchando madrazos y no volvió a salir de su casa durante 15 días, ni siquiera para entrenar. Una tarde, luego de un partido entre Bucaramanga y Once Caldas, Carlos Salazar, gerente de esta institución, tocó la puerta de su casa y lo convenció para llevarlo al onceno manzanita. “Yo me voy si me pagan el porcentaje de mi pase y llevan conmigo a Óscar Muñoz”, le dijo Armando al gerente del onceno albo, quien aceptó. Cuando Américo Pérez lo vio en un entrenamiento lo puso a debutar y desde ese momento, el Piripi se cansó de hacer goles, no solamente con ellos, también después, con el Deportivo Cali, la selección Colombia, Millonarios, Bucaramanga y Tolima, entre otros».

El Piripi se emocionaba al recordar aquel fabuloso equipo conformado por Ambuila, Redín, Valderrama, los paraguayos Mendoza, Nunes,el Gato Fernández y Carlos Mario Hoyos entre otros. Recuerda con cariño a los técnicos Vladimir Popovic, Julio Comesaña, el Tucho ortiz y a todos los que tuvo, porque a cada uno le aprendió algo que luego puso en práctica, cuando se retiró, para trabajar como asistente de Luis Fernando Suárez y, años después, como técnico en propiedad. El goleador bumangués hizo más de 160 goles y a pesar de su salida del Atlético Bucaramanga siempre esperó volver algún día, para ver campeón al equipo que de una u otra manera le dió la posibilidad de ser profesional.
En los últimos meses, El Piripi Osma dirigía el equipo La Unión, de Pujilíu, de la segunda división de Ecuador. El 28 de marzo, durante el entrenamiento de rigor sintió un fuerte dolor en el pecho y fue trasladado a una clínica, en donde falleció.