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Remembranzas. Enrique Rodríguez convirtió a Girardot en potencia del boxeo – TDI Colombia

Remembranzas. Enrique Rodríguez convirtió a Girardot en potencia del boxeo – TDI Colombia


A comienzos del siglo XX, los deportes llegaron a Colombia, vía Barranquilla, de donde eran enviados en barco por el  Rio Magdalena, con destino a Bogotá. Sin embargo, el boxeo “se atascó” en Girardot y antes de subir a la capital se regó en la población, para convertirla en potencia nacional, con la costa Caribe. Esta es la historia de un increíble pionero.

Enrique Rodríguez.

Por Alberto Galvis Ramírez

Director de la Revista Olímpica

Nacido en Anolaima, Cundinamarca, en 1896, hijo natural de Pedro Sandoval y Dolores Rodríguez, Enrique Rodríguez es considerado el pionero del deporte de Girardot y uno de los más recordados de Cundinamarca.

Sus padres murieron antes de que él cumpliera 15 años. Comenzó para él un largo peregrinaje por todo el mundo. Inicialmente se encaminó hacia el norte del país, en cuanto vehículo lo recogía; luego de conocer y trabajar en cualquier labor que le dejara unos pesos, siguió su camino y fue a dar a Buenaventura, en donde se coló como polizón en un barco, que lo llevó primero a Panamá, luego a Cuba y finalmente a Nueva York.

Foto histórica para el deporte de Girardot. Capta los segundos previos al combate en el cual Guillermo Puentes, Maciste, obtuvo el título nacional del peso ligero. Sucedió el sábado santo de 1939, en el Club Ferroviarios, de Girardot. Aparecen de izquierda a derecha: Enrique Rodríguez, el principal dirigente del puerto; Maciste, Eduardo Roncallo, su patrón, y José Rocha Navas, su descubridor.

Ya adulto y legalizado en Estados Unidos, Enrique Rodríguez se metió de lleno en el ambiente neoyorquino de la época, colmado de un naciente, pero activo boxeo, deporte que quiso y practicó desde el comienzo. En 1914, cuando trabajaba en la Marina Mercante, estalla la Primera Guerra Mundial, y es enviado a Europa en un barco destinado a transportar prisioneros; conoce Noruega, Inglaterra, España, Finlandia hasta llegar cerca del Golfo Pérsico. El sitio en el cual duró más fue en el Estrecho de Gibraltar, en donde fue castigado durante dos meses, por haber llegado ebrio.

Una vez terminada la guerra, regresó a Nueva York con todo el contingente del que formaba parte, y en la urbe permaneció hasta 1929, cuando la crisis económica que provocó la gran recesión mundial, lo obligó a salir del país con unos buenos ahorros, a bordó del barco Santa Rita, en el cual conoció a Enrique Olaya Herrera, presidente electo de Colombia, de quien se hizo amigo. Enrique Rodríguez había pensado radicarse en Bogotá, pero el mandatario le aconsejó que mejor lo hiciera en el “charco rojo”, como llamaba a Girardot, porque era una ciudad en expansión y con un futuro comercial, turístico y ganadero, único en Colombia; el mandatario le adelantó que uno de los propósitos de su gobierno, era construir un puente que comenzara en La Ciudad de las Acacias y atravesara el río Magdalena, hasta Flandes.

Emporio de boxeadores

Llevado por ese consejo, dado por un efímero y famoso amigo, que había conocido durante ocho días de viaje y que luego ocuparía el solio presidencial, Enrique Rodríguez llegó a Girardot ese año y estableció un almacén de granos que pronto lo consolidó como un comerciante de respeto en el puerto.

En esa época, en Girardot existía el boxeo, por cuanto muchos costeños y extranjeros –cubanos y panameños, en especial-, llegados por el río Magdalena, se habían quedado para participar de una fiebre que cobijaba a casi todos los pobladores y que pronto, unida a la pasión del recién llegado, convertirían a Girardot, en una potencia del boxeo nacional. En mérito del recién llegado, según opinión de quienes lo conocieron y trabajaron con él, fue saber recoger el importante material y organizar una desordenada actividad. 

Por iniciativa de Rodríguez surgieron entidades como la Comisión de Boxeo, -en la cual lo acompañaron girardoteños como Manuel Luna, Horacio Sgay, Belisario Cortés y Nepo Valencia-, entidad que organizó desde entonces una permanente actividad competitiva.

Guillermo Fuentes, Maciste.

De todos los boxeadores que fueron figuras en la época, merece mención especial el ex paracaidista de la Segunda Guerra Mundial, Guillermo Fuentes, quien con el apodo de Maciste, recorrió gran parte del territorio nacional y de Centro y Norteamérica. Enrique Rodríguez lo descubrió cuando residía en el Alto de la Cruz y era cotero del puerto, y lo recomendó con los Carbonell, empresarios del boxeo residentes en Barranquilla, quienes se lo llevaron para La Puerta de Oro y lo entrenaron durante varios meses en una finca, hasta que estuvo listo para competir.

La carrera de Maciste incluyó una larga gira por varios países de Centroamérica y Estados Unidos, en programaciones profesionales, que les permitieron obtener algún dinero tanto a él, como a sus empresarios barranquilleros.

Gracias a la campaña de Maciste y de otros boxeadores silvestres, Girardot era en la época, con Barranquilla y Cali, potencia de este deporte. Fueron notables los programas de boxeo profesional, en los cuales se movían buenos recursos provenientes de las taquillas y de las apuestas.

Además de Maciste surgieron varios boxeadores de gran categoría, como Belisario Cortés, también figura nacional; José Ignacio Barrios; Carlos Galvis, alias El Trigre, y Mendocino Torres, después convertido en un importante periodista de la provincia y de la capital del país.

En 1932, Enrique Rodríguez tuvo un hijo natural, con Efigenia Suárez, bautizado Eduardo, quien sería el continuador de su tarea en pro del deporte girardoteño, en especial en el boxeo.  

En 1937 contrajo matrimonio con Silvia Cruz, con quien tuvo dos hijos más.

Enrique Rodríguez da instrucciones a un boxeador de Girardot.

Segunda junta municipal de Colombia

Enrique Rodríguez fue concejal y Presidente de la duma de Girardot y creador de la Asociación de Inquilinos de la Plaza de Mercado. En el deporte, fue el líder de la creación del Comité de Deportes de Girardot, en 1943, que permitió el crecimiento del fútbol, el baloncesto y el boxeo.

En 1944, leyó en un periódico nacional, una nota relacionada con la creación de la Junta de Deportes de Cali y decidió que impulsaría la constitución de la de Girardot. Por su iniciativa y con sus recursos, viajó a Cali para entrevistarse con Alberto Galindo Herrera, promotor de una revolución en el deporte vallecaucano, quien le proporcionó toda la documentación necesaria, y a su regreso fundó la Junta de Deportes de Girardot, segunda del grado municipal creada en el país, para regir los destinos del deporte.

En 1946, a Enrique Rodríguez se le ocurre la idea de brindarle a Girardot un estadio de fútbol. Con bazares, rifas, bailes, recolectas etc., adquiere un lote de 4,5 fanegadas, localizado en Las Quintas, en donde hace construir un primer estadio en guadua, que quedó como propiedad del municipio, sin posibilidades de ser vendido.

Posteriormente, Enrique Rodríguez impulsa la fundación de las juntas de Ferias y de Turismo, entidades que le dieron al puerto un especial desarrollo. Dos nuevas ideas lo inquietaron desde entonces: un aeropuerto y un hotel de turismo. Rodríguez consideraba que cuando no fuera posible aterrizar en el aeropuerto de Techo, en Bogotá, los aviones podrían hacerlo en Girardot y sus pasajeros tendrían la oportunidad de quedarse unos días. “A los gringos hay que traerlos y sacarles los dólares”, decía; por eso creía conveniente enlazar esta idea con la construcción de un hotel con piscina y casino, al cual viniera gente de todo el mundo. La primera idea, la del aeródromo, se pudo realizar, pero en el municipio de Flandes; la segunda sí se concretó en el Hotel Tocarema, que sigue siendo uno de los mejores y más importantes de Girardot.

Enrique Rodríguez, el pionero del deporte de Girardot, hace el saque de honor en la inauguración del Primer Campeonato Nacional Juvenil de Fútbol, el 17 de agosto de 1963, en el estadio Milagro del puerto. Lo sostienen Ignacio Cuervo, asesor técnico del comité organizador, y Luis Enrique Torres, director del torneo.     

El sueño del Estadio Milagro

Pasados los años 50, Enrique Rodríguez empieza a padecer de varias enfermedades. Su gran obsesión, sin embargo, era ver un estadio decoroso para Girardot, idea que repetía en cuanta reunión deportiva se realizaba, y que impulsó a nuevos dirigentes, como Luis Enrique Torres, quien finalmente coronaría su sueño.

Uno de los últimos actos de la vida de Enrique Rodríguez, ocurrió el día de la inauguración del Primer Campeonato Nacional Juvenil de Fútbol, en el Estadio Milagro, que remplazó al de guadua, que él había hecho construir casi 20 años antes, en Las Quintas. “A mi papá lo llevamos en una silla de ruedas, porque su sueño era hacer el saque de honor en el primer partido -recuerda su hijo Eduardo-. Casi alzado lo llevamos desde el borde de la cancha hasta el centro y finalmente pudo hacer el saque de honor, que rendía homenaje al gran impulsor de este escenario. De regreso, casi se nos tuerce. Lo trasladamos de nuevo a su silla, con un gesto de alegría inigualable. ‘Mijo, yo sí pensé que algún día vería un estadio así, pero no iluminado’, me dijo con enorme entusiasmo”.

Enrique Rodríguez siguió de lejos la actividad deportiva de Girardot que él sembró y falleció en 1967, a los 72 años.

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