Presentado el Informe 2024-2025 sobre la situación de los derechos humanos en el mundo. Es una crisis global por las violaciones cometidas en unos 150 países. El «efecto Trump» también está haciendo mella, según la organización. Emergencias catastróficas en Gaza y Ucrania, Sudán, Myanmar, República Democrática del Congo
Giada Aquilino – Ciudad del Vaticano
Violaciones en unos 150 países, desde la represión de la disidencia a la escalada «catastrófica» de los conflictos armados, pasando por acciones «inadecuadas» para hacer frente al colapso climático o «retrocesos» en la defensa de migrantes y refugiados, mujeres y niñas y personas vulnerables. Este es el panorama global que se desprende del Informe Mundial sobre Derechos Humanos 2024-2025 de Amnistía Internacional. «Nos encontramos en una situación muy difícil debido a los conflictos que continúan, o más bien se enconan, desde los más conocidos en la Franja de Gaza y Ucrania hasta los menos conocidos, como en Sudán, Myanmar y la República Democrática del Congo», señala a los micrófonos de los medios vaticanos Riccardo Noury, portavoz de la sección italiana de la organización. Es un mundo -observa- en el que se reprime cada vez más a quienes reivindican sus derechos de forma pacífica, con decenas de Estados que han introducido nuevas leyes, entre ellos Italia, para limitar el derecho a la protesta pacífica. Y es un mundo en el que el sistema multilateral de protección de los derechos humanos, incluida la justicia internacional, está sufriendo un ataque que no ha comenzado hoy, sino que se ha acelerado con la segunda presidencia de Donald Trump en Estados Unidos».
Tendencias arraigadas en el tiempo
Amnistía Internacional se detiene, de hecho, en lo que denomina «efecto Trump»: las medidas adoptadas en los 100 primeros días de presidencia del líder de la Casa Blanca, según la organización, «han intensificado la regresión global y las tendencias profundamente arraigadas en el tiempo». Ileana Bello, directora de Amnistía Internacional Italia, cita en este sentido «las medidas del Gobierno de Trump que limitan los fondos para la ayuda al desarrollo», pero también «algunas derivas ya tomadas por varios Estados que aplican prácticas autoritarias». Destaca en particular el caso de la represión de los derechos civiles en Hungría, con «el primer ministro Viktor Orbán acelerando ciertos procesos, cambiando normas constitucionales, limitando la disidencia y la protesta». También se refiere a la reciente visita de Benjamin Netanyahu a Budapest, a pesar de la orden de detención emitida en noviembre de 2024 por la Corte Penal Internacional contra el primer ministro israelí, acusado de crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en Gaza, y del anuncio de la salida de Budapest del Alto Tribunal de La Haya.
La situación de los migrantes y refugiados
«Ya lo había hecho con los acuerdos con los guardacostas libios, luego fue el turno de la Unión Europea con Túnez, y hoy vemos también el protocolo con Albania, que no hace más que trasladar una situación de no acogida, de no respeto de los derechos de los refugiados y migrantes que son deportados y detenidos en estos centros». Ilaria Masinara, responsable de campañas de Amnistía Internacional Italia, también se detiene en Italia, hablando de un «modelo negativo de restricciones» y al mismo tiempo del compromiso de «resistir, de hacer oír nuestra voz, exigiendo más derechos para todas y todos: esto -añadió- es lo que la sociedad civil hace y está llamada a hacer cada día, desde las migraciones hasta el clima».
Gaza, Ucrania, Irán, Afganistán
A lo largo de 2024, añadió Noury, Amnistía Internacional «ha informado de un genocidio en curso» por parte de Israel en la Franja de Gaza, ha denunciado un aumento de los ataques rusos contra civiles e infraestructuras civiles en Ucrania. Pero la crisis más aterradora en la actualidad está también en Sudán, con 11 millones de desplazados internos y refugiados, con crímenes de guerra y violaciones étnicas cometidos por las partes enfrentadas. Luego hay Estados que -señala- formalmente no están en guerra, pero en lo que respecta a los derechos de las mujeres están en guerra contra la mitad de su población. Pienso en Irán, donde el movimiento Mujeres por la Libertad de la Vida, iniciado en septiembre de 2022, sigue protestando y, al mismo tiempo, siendo reprimido, con juicios masivos y condenas a muerte. Pienso en Afganistán, donde el único derecho que les queda a las mujeres es respirar. Sin embargo, siguen protestando en Internet, denunciando el apartheid de género que existe contra ellas».
El testimonio de las plazas
El informe de Amnistía, que examina país por país, desde Afganistán hasta Zimbabue, en Venezuela destaca cómo las protestas tras el anuncio de los resultados de las elecciones presidenciales del pasado julio, que otorgaron un tercer mandato a Nicolás Maduro, fueron «violentamente reprimidas con uso excesivo de la fuerza y posibles ejecuciones extrajudiciales».
Según los datos de la organización, a finales de año Caracas había liberado a 1.369 personas, pero «centenares seguían privadas arbitrariamente de libertad, entre ellas tres menores». Noury, que recuerda la detención en marzo en Turquía de Ekrem İmamoğlu, alcalde de Estambul y principal opositor al presidente Recep Tayyip Erdoğan, destaca también las manifestaciones protagonizadas en otras partes del mundo en 2024, las estudiantiles de Bangladés, «donde el gobierno ha cambiado desde entonces», y las de «Serbia en Georgia, que son ejemplos de un coraje extraordinario del que debemos sacar lo mejor para demostrar una vez más que sin el poder de la gente las cosas no cambian». En este contexto, insiste, el llamamiento de Amnistía sigue siendo «acompañar las protestas pacíficas porque la lección que hemos aprendido es que los cambios en los derechos humanos llegan a través de las plazas que se llenan de gente».