Foco sobre un flagelo que aún persiste en muchas sociedades, especialmente en aquellas zonas del mundo donde, según el economista Luigino Bruni, responsable científico de The Economy of Francesco, la información es demasiado silenciosa sobre este fenómeno que, según Unicef, involucra a más de 160 millones de niños. El tema, entre otros, ha sido planteado en varias ocasiones por el Papa Francisco y sigue siendo central en el debate de los expertos sobre el tema
Francesco De Remigis – Ciudad del Vaticano
A nivel mundial, según Save The Children, hay 160 millones de menores de entre 5 y 17 años en las redes de la explotación laboral, de los cuales casi la mitad, 79 millones, se ven obligados a realizar trabajos duros y peligrosos, que pueden dañar su salud y su desarrollo psicofísico. Son datos confirmados por Unicef. Luigino Bruni, profesor de Economía Política en la Universidad Lumsa de Roma, reflexiona sobre el legado dejado por el Pontífice, que ha advertido repetidamente a los gobiernos sobre un silencio que corre el riesgo de ser «cómplice» de un fenómeno que explota a los menores con fines lucrativos.
Los datos de Unicef
Como parte de la Agenda 2030, la comunidad internacional aprobó el objetivo de acabar con el trabajo infantil en todas sus formas para 2025. A pesar de los avances logrados en las últimas dos décadas, según Unicef los últimos datos muestran que a nivel mundial no se ha producido ningún progreso desde 2016. Los conflictos, las crisis y la pandemia de coronavirus han sumido a muchas familias en la pobreza y han aumentado el riesgo de pobreza infantil. En 2020, el trabajo infantil afectaba a unos 63 millones de niñas y 97 millones de niños. Otros nueve millones de niños se sumaron debido a las repercusiones de Covid-19, de modo que ahora casi uno de cada diez niños en todo el mundo se ve obligado a trabajar. Algo más de la mitad tienen menos de doce años. La situación es dramática sobre todo en África, pero Asia tampoco se queda atrás. Los niños están más afectados que las niñas. Estas últimas también se ven obligadas más a menudo a realizar tareas domésticas que no siempre aparecen en las estadísticas.
El flagelo del trabajo infantil también en el acuerdo UE-Mercosur
El tema también está presente en las discusiones entre Mercosur, el llamado Mercado Común del Sur al que pertenecen Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, y la Unión Europea y que dieron como resultado un acuerdo firmado el 6 de diciembre de 2024. Los países europeos se han posicionado de forma diferente. A mediados de 2025, la Comisión Europea tendrá que definir la base legislativa del tratado y cómo se ratificará, pero el proceso puede encontrar resistencia sobre todo en Francia y Polonia. Entre otras cuestiones, ha frenado el visto bueno la incertidumbre sobre la protección de los trabajadores infantiles empleados en algunos cultivos alimentarios procedentes de terceros países donde se explota a niños y adolescentes. Un tema «candente» que va de la mano del debate sobre el uso de pesticidas y otros productos nocivos para la salud de todos, especialmente de los trabajadores.
Los focos encendidos por el Papa Francisco
Según Luigino Bruni, «el centro de nuestro tiempo es ahora el consumo, no el trabajo». Central se vuelve, por tanto, la necesidad de recuperar algunos de los recordatorios que el Papa Francisco ha implementado a lo largo de su pontificado. Por ejemplo, en noviembre de 2021, en un discurso a la Conferencia Internacional sobre «Erradicar el trabajo infantil, construir un futuro mejor», el Papa Francisco reflexionó sobre la emergencia de los niños explotados de la siguiente manera: «El hecho de que en las economías contemporáneas (…) persista el empleo de niños en actividades laborales en todas las partes del globo deja a uno atónito y turbado». El Pontífice volvió sobre ello en la audiencia general del 8 de enero, invitando a todos a no permanecer indiferentes ante esta plaga, apelando también a las instituciones, el 15 de enero, a no ser cómplices de la explotación infantil.
Francisco ha vuelto a poner a la persona en el centro
«Si nos fijamos en lo que el Papa Francisco dijo también en 2022 a los jóvenes de The Economy of Francisco, en Asís, pidiéndoles que no olviden que el trabajo es un medio de inclusión para todos, especialmente para los que él llama «los descartados» -explica Bruni – podemos decir que se interesó más por los trabajadores que por el trabajo en sentido abstracto, se fijó en las personas, pero también en el trabajo para los desempleados; en Génova se dirigió tanto a los sindicalistas como a los portuarios, recordando los principios de la doctrina social de la Iglesia, transmitió una idea del trabajo ligada a la persona, incluso con su crítica a la meritocracia, que se ha convertido en la legitimación ética de la desigualdad; el Papa Francisco -continúa Bruni- desenmascara estas ideologías y devuelve al trabajo su dimensión de centro del pacto social, de gramática de la cooperación para el bien común».
Niños y adolescentes sacados de la escuela
En este contexto, el Santo Padre no olvidó nunca pedir a las conciencias que se cuestionen el abuso que un determinado sistema hace de los menores, obligados a trabajar. «Sobre este tema, el Papa Francisco ha sido siempre muy claro -recuerda Bruni-, sobre todo cuando ha hablado en regiones del mundo donde el trabajo infantil no es sólo una plaga o una excepción, sino una parte normal del sistema económico en el que niños y adolescentes son sacados de la escuela y metidos dentro de fábricas. Y el Papa Francisco ha puesto gran atención en ellos».