Aumenta en 14 millones el número de personas que sufren hambre. La alerta está contenida en el Informe 2025 recién publicado por la Red Global contra el Hambre. El empeoramiento de las emergencias también se ve afectado por la inestabilidad económica mundial y la reducción de los fondos para proyectos de cooperación y asistencia humanitaria.
Stefano Leszczynski – Ciudad del Vaticano
La emergencia del hambre en el mundo «es más que un fracaso de los sistemas, es un fracaso de la humanidad». El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, comenta con dureza los datos contenidos en el Informe Global sobre las Crisis Alimentarias, edición 2025, producido anualmente por el Food Security Information Network y lanzado por la Red Global contra las Crisis Alimentarias, una alianza internacional de las Naciones Unidas, la Unión Europea y agencias gubernamentales y no gubernamentales que trabajan juntas para abordar las crisis alimentarias. «Este Informe», afirma Guterres, «es otro acto de acusación resuelto contra un mundo peligrosamente fuera de curso».
Y denuncia: «A una crisis de larga data se suma otra, más reciente: la drástica reducción de los fondos humanitarios para salvar vidas en respuesta a estas necesidades».
Los datos del Informe 2025
Más de 295 millones de personas en el mundo se encuentran en condiciones de grave inseguridad alimentaria. Esta cifra corresponde al año 2024 y surge del monitoreo realizado por diversos organismos internacionales en 65 países, de los cuales 53 se ven afectados por niveles graves de hambre aguda.
En comparación con 2023, el número total de personas afectadas por crisis alimentarias ha aumentado en casi 14 millones.
«Es el sexto año consecutivo en que el número total de personas en condiciones de grave inseguridad alimentaria sigue creciendo», señala Aurélien Mellin, de la división de Emergencias de la FAO.
A pesar del aumento en el número de países monitoreados, los factores subyacentes de la creciente emergencia continúan siendo las guerras, el cambio climático y los desastres naturales. Sin embargo, en 2024 han surgido otros factores que presagian un mayor empeoramiento de la situación a lo largo de este año.
El impacto de la reducción de los fondos
“La incertidumbre económica y financiera a nivel global y la reducción de los fondos para financiar programas relacionados con la cooperación ya están teniendo un impacto en la inseguridad alimentaria en varios países”, subraya Aurélien Mellin. El riesgo, según los expertos de la FAO, de otras agencias de la ONU y de la UE, es que incluso los avances logrados en unos 15 países, donde se han desarrollado proyectos vinculados al apoyo rural y la agricultura, puedan ser anulados.
Un caso emblemático en este sentido es el de Afganistán, donde, gracias a la asistencia internacional en el ámbito humanitario y agrícola, el número de personas en condiciones alimentarias difíciles había disminuido en más de 4 millones, reduciendo el número de personas en emergencia a 16 millones.
Mujeres y niños, los más afectados
Los niños y las mujeres continúan siendo los que más sufren debido a las crisis alimentarias: el informe destaca cómo casi 38 millones de niños menores de cinco años están gravemente desnutridos en 26 países. La situación más grave se registra en Sudán, Yemen, Malí y la Franja de Gaza, todos contextos en el centro de graves tensiones geopolíticas y donde el número de desplazados y refugiados es significativo.
Empeoramiento debido a la inestabilidad económica
Los choques económicos a nivel global, aunque no son una novedad, siguen teniendo un impacto muy fuerte en el empeoramiento de la inseguridad alimentaria aguda. Los países más afectados son aquellos con una alta dependencia de las importaciones de alimentos y tecnologías en el sector agrícola, debido a la devaluación de la moneda, los altos precios y los elevados niveles de deuda.
Los expertos de la Red Global contra las Crisis Alimentarias prevén, además, un agravamiento de estas dinámicas debido a las guerras comerciales en curso.
«Incluso la guerra en Ucrania», explica Mellin, «ha provocado choques económicos en los países más pobres del mundo, con un impacto particular en el aumento de los precios de los productos alimentarios, que ya habían sufrido un impacto inflacionario desde la pandemia.
Obviamente, podemos anticipar que habrá un impacto en la inseguridad alimentaria aguda de las poblaciones debido también a la reducción de los fondos para los programas de asistencia humanitaria, lo que significa que estas poblaciones no recibirán la ayuda humanitaria necesaria para su supervivencia».
El llamamiento de la red de la ONU
“El mensaje que tratamos de transmitir a través de este informe”, concluye Mellin, “y la labor de los socios de la Red Global contra las Crisis Alimentarias, es la necesidad de promover una asistencia humanitaria integral, que se enfoque tanto en la distribución de ayudas como en el desarrollo de la producción agrícola orientada a la autosuficiencia de las poblaciones. Esto permitiría, de alguna manera, también hacer frente a los menores recursos financieros disponibles en el futuro cercano”.
Desde 2023, las necesidades han superado los recursos disponibles. Las operaciones humanitarias están ahora al límite, obligadas a reducir y recortar aún más el apoyo a los más vulnerables.
Según los socios de la Red Global contra el Hambre, se vuelve imperativo tener una gobernanza económica más justa y efectiva, que debe ir acompañada de programas dirigidos por los gobiernos que apunten a reducir y poner fin al hambre.
En este sentido, la paz y la prevención deben convertirse en parte integral de la transformación a largo plazo de los sistemas alimentarios. Sin todo esto, las personas seguirán enfrentando el hambre a lo largo de sus vidas y los más vulnerables morirán.