En vista del próximo Consejo Europeo que se celebrará en Bruselas para afrontar los desafíos geoeconómicos y la evolución de la guerra en Oriente Medio y Ucrania, los Obispos europeos piden a la UE que se centre en la renovación de la visión de los padres fundadores permaneciendo fiel a las raíces políticas, culturales y espirituales. Necesitamos contribuir a la construcción de una nueva arquitectura global de paz y al fortalecimiento del sistema multilateral.
Federico Piana – Ciudad del Vaticano
Los Obispos europeos no tienen dudas: en el dramático contexto mundial en el que las tensiones geopolíticas se han multiplicado y el multilateralismo se ha debilitado, quizás hasta casi desaparecer, el papel global de Europa está cada vez más en tela de juicio. La amarga consideración está contenida en un documento de reflexión que la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea ha difundido en vista de la próxima reunión del Consejo Europeo que se celebrará en Bruselas los días 26 y 27 de junio para tratar los desafíos geoeconómicos y la evolución de la guerra en Oriente Medio y Ucrania.
Renovación creativa
«A medida que la atención se centra en la defensa y la competitividad —explica la COMECE—, la UE no debe perder de vista su compromiso moral y jurídico con la paz y el desarrollo humano sostenible, ni su responsabilidad histórica de crecer como comunidad y ampliar su promesa de estabilidad y prosperidad compartida». Según los Obispos, es esencial centrarse en la renovación de la visión de los padres fundadores con una fidelidad creativa a sus raíces políticas, culturales y espirituales que pueda valorizar y revitalizar «su vocación al proyecto de paz, arraigado en los valores de la dignidad humana, la solidaridad y la justicia».
Seguridad y rearme
El documento no es sólo una serie de conceptos elevados y una exposición de expectativas con amplios horizontes, sino que también proporciona a la política y a la diplomacia europeas recomendaciones concretas y esenciales para poder actuar en coherencia con los principios fundadores de la Unión. En el capítulo dedicado a la defensa, la seguridad y la paz, la COMECE pide que «los gastos de defensa sean proporcionales a las necesidades reales y estén guiados por el objetivo de la seguridad humana y la paz, no por intereses comerciales, mientras que las políticas de seguridad y defensa deben comunicarse con claridad: el objetivo principal es la paz, no el rearme ni la competitividad de la industria de defensa». Además, es esencial contribuir a la construcción de una nueva «arquitectura global de paz y al fortalecimiento de un sistema multilateral basado en normas con unas Naciones Unidas reformadas, más participativas y eficaces en su centro».
Buena convivencia y reestructuración de la deuda
Otras preocupaciones de los Obispos europeos son la ampliación de la UE y las llamadas “políticas de buena vecindad”. También en este caso las recomendaciones son claras: «Apoyar a los países candidatos con incentivos para las reformas y una financiación adecuada; durante la fase de preadhesión, reforzar la participación de los ciudadanos y de la sociedad civil, incluidas las organizaciones religiosas, para promover la cohesión social; Continuar con las reformas internas de la UE para mantener una funcionalidad más amplia y diversificada. Haciéndose eco de los llamamientos de la Santa Sede a la comunidad internacional para reducir las desigualdades injustas entre países ricos y pobres, la COMECE insta a Europa a apoyar la reestructuración de las deudas injustas e insostenibles sin condiciones perjudiciales y a promover reformas a largo plazo hacia un sistema financiero global más equitativo.