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Alegría en la parroquia de Castel Gandolfo ante la visita de León XIV

A dos días de la santa misa que presidirá el Pontífice en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva, el Padre Tadeusz Rozmus, salesiano y párroco del templo, destaca el compromiso espiritual y comunitario de los fieles.

Sebastián Sansón Ferrari – Castel Gandolfo

En el corazón de Castel Gandolfo, la parroquia pontificia de Santo Tomás de Villanueva, cuyo patrono es un agustino español, se convierte estos días en un centro de encuentro, fe y servicio. La comunidad vive con entusiasmo los preparativos para recibir al Papa León XIV, quien presidirá la Santa Misa el domingo 13 de julio a las 9:30 de la mañana (hora local).

“Cada vez que el Papa viene, la ciudad cambia de rostro: se transforma en una fiesta”, expresa con emoción el padre Tadeusz Rozmus, párroco salesiano de esta iglesia, una joya arquitectónica de Gian Lorenzo Bernini encargada por el Papa Alejandro VII. El templo, que pasó de los padres agustinos a los salesianos el 7 de agosto de 1926, sigue siendo, como señala el sacerdote, una “hermosa herencia compartida”. Desde que se anunció la visita del Pontífice, fieles, religiosos y voluntarios han redoblado sus esfuerzos en la organización, tanto en lo logístico como en lo espiritual.

“Como cuando uno se prepara para recibir a un invitado en casa: se limpia, se ordena, se cuida cada detalle”, comenta el sacerdote de origen polaco. Entre las mejoras realizadas destacan la restauración del escudo papal, ajustes técnicos en la estructura del templo y una nueva iluminación. También se han tomado medidas para mantener el entorno limpio y evitar la presencia de aves, con el apoyo de organismos vaticanos.

Pero más allá de las obras, el motor de esta preparación ha sido la comunidad. “Me sorprendió gratamente la disponibilidad de tantos. Por ejemplo, un grupo de mujeres del Opus Dei vino desde distintos lugares solo para ayudar. Son gestos que edifican”, subraya el padre Rozmus.

Los jóvenes también han desempeñado un papel esencial. “Terminamos el oratorio de verano la semana pasada y enseguida se ofrecieron para colaborar en los servicios litúrgicos y de orden. Es muy bello verlos tan implicados”, añade.

Para la comunidad, la llegada del Pontífice no es solo un evento, sino un signo de unidad en este tiempo de sínodo eclesial. “Estamos viviendo un regalo enorme: el camino sinodal nos recuerda que somos Iglesia en camino, unidos, a pesar de un mundo tan dividido”, afirma el presbítero.

Recientemente, el Papa hizo una visita inesperada. “Detuvo el coche y bajó a saludar a la gente. Fue un gesto espontáneo, lleno de ternura. Su sonrisa, su cercanía… eso da esperanza”, recuerda emocionado.

En Castel Gandolfo, donde la fe y la naturaleza se abrazan, la parroquia de Santo Tomás se prepara para recibir al Sucesor de Pedro con un espíritu de familia, acogida y gratitud. “Queremos que cada detalle sea una expresión de nuestra fe y nuestro amor al Papa y a la Iglesia”, concluye el salesiano.

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