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Gaza: crecen los temores por una migración forzada de palestinos

La agencia Reuters denuncia los planes para entregar el control de la Franja a la Gaza Humanitarian Foundation. El proyecto incluye incluso campamentos de tránsito fuera del enclave palestino para “desradicalizar” a la población.

Roberto Cetera – Ciudad del Vaticano

Según la agencia de noticias Reuters, la Gaza Humanitarian Foundation (GHF) —la controvertida organización de ayuda humanitaria para la población gazatí, creada por Israel y Estados Unidos como sustituta de la UNRWA tras su expulsión de la Franja por parte del gobierno israelí— habría preparado un plan para instalar campamentos para desplazados palestinos, tanto dentro como fuera de Gaza, bajo el nombre de “Humanitarian transit camps”.

De acuerdo con el informe de Reuters, que asegura haber tenido acceso al plan, el objetivo va mucho más allá de la asistencia humanitaria: busca reemplazar a Hamás en el control de la población palestina de Gaza. Se trataría, entonces, de un paso hacia una administración paralela y no neutral. El coste estimado de estos macrocampamentos ronda los 2.000 millones de dólares, y el plan —siempre según Reuters— habría sido discutido recientemente en la Casa Blanca.

El acceso a estos campamentos sería voluntario y temporal, con el objetivo declarado de “permitir la desradicalización de la población, su reintegración y su posterior reubicación en el lugar que elijan”. La GHF, consultada por Reuters, negó ser autora del proyecto. Sin embargo, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ha hablado de un plan para crear una «ciudad humanitaria» sobre los escombros de Rafah, con características muy similares a las descritas por Reuters.

La GHF fue fundada en febrero de este año, pero solo empezó a operar tras el bloqueo total de ayuda humanitaria impuesto por Israel el 2 de marzo, que duró 11 semanas y generó una situación humanitaria insostenible. El 25 de mayo, apenas horas después del inicio de las operaciones, su entonces director, Jake Wood —un exmarine estadounidense con experiencia en el ámbito humanitario— renunció, expresando dudas sobre la imparcialidad real de la organización. Fue reemplazado por el pastor Johnnie Moore Jr., líder de los evangélicos estadounidenses, simpatizante de Trump y Netanyahu, y defensor de los asentamientos judíos en los territorios ocupados palestinos, desde una perspectiva teológica de corte mesiánico.

Desde el inicio de las actividades de la GHF hasta finales de junio, 773 palestinos habrían muerto y más de 5.000 resultado heridos en las colas interminables para recibir raciones de comida. Las responsabilidades apuntan principalmente a los contratistas israelíes contratados por la GHF para “garantizar la seguridad” en los centros de distribución, y en algunos casos directamente al ejército israelí. Israel rechaza esta versión y atribuye las muertes a acciones de represalia de Hamás, molesto por haber quedado excluido del proceso de distribución, anteriormente gestionado por agencias de la ONU.

No obstante, imágenes y testimonios audiovisuales contradicen esta versión oficial e implican también a la banda paramilitar árabe “Popular Forces”, liderada por Abu Sharab, conocido por el tráfico de drogas y saqueos. Según el exministro de Defensa y parlamentario Avigdor Lieberman, Sharab estaría financiado y respaldado por Netanyahu como parte de una estrategia para debilitar a Hamás.

El fracaso de la operación de la GHF ha desatado críticas no solo de la UNRWA y otras agencias de la ONU excluidas por Israel, sino también de numerosas ONG internacionales como Oxfam, Save the Children y Amnesty International. La acusación central: haber obligado a cientos de miles de palestinos desplazados a entrar en zonas militarizadas y hacinadas, facilitando así una migración forzada encubierta.

No se conocen detalles claros sobre cómo se financia la GHF ni quién la respalda, aunque se estima que el costo mensual de sus operaciones —que incluye ayuda y logística— ronda los 140 millones de dólares. Además, se denuncia que las largas esperas en las filas se estarían utilizando para activar sistemas de reconocimiento facial que identifiquen posibles miembros de Hamás.

En su fase preparatoria, la GHF contó con la colaboración de la firma de consultoría estratégica Boston Consulting Group, que rompió su contrato el mes pasado, tras polémicas internas que derivaron en el despido de dos socios senior. Igualmente, la oficina de GHF en Ginebra fue cerrada por decisión de las autoridades suizas, que consideraron que la fundación no cumplía con la normativa federal y abrieron una investigación.

Pese a las duras reacciones internacionales, frente a lo que cada vez más parece una operación militar encubierta bajo el disfraz humanitario, los muertos siguen acumulándose en las filas de desesperados que solo buscan un pedazo de pan.

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