La circulación oceánica en el Océano Austral se comporta de manera diferente a lo que esperan los modelos climáticos


Los datos satelitales muestran un aumento de la salinización en el Océano Austral, contrariamente a las expectativas de los modelos climáticos. Los investigadores sospechan un cambio fundamental en la circulación profunda.
- Salinidad superficial aumenta en el Océano Austral desde 2015.
- Disminuye la cobertura de hielo marino antártico.
- Polinias abiertas reaparecen tras décadas.
- Debilitamiento de la estratificación oceánica.
- Satélites permiten monitoreo en tiempo real.
- Riesgo de transición hacia un nuevo estado oceánico.
Aumento de la salinidad superficial y pérdida de hielo marino: señales de un nuevo estado del Océano Austral
Desde principios de los años 80, el Océano Austral mostraba un patrón claro: sus aguas superficiales, al sur de los 50°S, se volvían progresivamente más dulces. Este proceso de desalinización reforzaba la estratificación del océano —una capa superior más ligera y estable que impedía que el calor acumulado en profundidad ascendiera—, favoreciendo la expansión del hielo marino antártico. Sin embargo, este equilibrio ha cambiado bruscamente en la última década.
Un giro inesperado desde 2015
A partir del invierno austral de 2015, los datos satelitales comenzaron a mostrar un comportamiento inédito: la salinidad superficial empezó a aumentar en toda la región circumpolar. Esta salinificación debilitó la estratificación del océano, permitiendo que el calor acumulado en las capas profundas alcanzara la superficie. El resultado fue inmediato: una drástica disminución del hielo marino, con mínimos históricos tanto en verano como en invierno en los años siguientes.
En paralelo, se registró un fenómeno que no se observaba desde la década de 1970: la reapertura de polinias en mar abierto —zonas libres de hielo en pleno invierno— sobre el Maud Rise, en el mar de Weddell. Estas áreas, que requieren una intensa mezcla vertical para mantenerse, indican un cambio significativo en la dinámica del hielo y del océano.

Salinidad y estratificación: una relación clave
El estudio, basado en observaciones satelitales de salinidad superficial del mar (SSS) y datos in situ de flotadores Argo, revela que los mayores cambios de salinidad se concentran en los primeros 100 a 200 metros de la columna de agua. Esto afecta directamente a la estratificación del océano superior, una variable crítica en regiones polares, ya que regula la mezcla de calor entre las capas profundas y la superficie.
Hasta 2014, la estratificación era fuerte: aguas frías y dulces arriba, cálidas y saladas abajo. Esa configuración favorecía el mantenimiento del hielo marino. Hoy, el patrón se ha invertido: el debilitamiento de la estratificación está asociado con un retroceso persistente del hielo antártico. Modelos recientes ya lo anticipaban, pero las observaciones confirman que el proceso es más rápido e intenso de lo previsto.
Más allá del clima atmosférico
Aunque factores como los vientos y el transporte de calor atmosférico influyen, no explican por sí solos la magnitud del cambio observado desde 2015. El papel del océano y sus retroalimentaciones internas cobra especial relevancia. Durante décadas, se pensaba que el deshielo por calentamiento global intensificaría la entrada de agua dulce al océano, reforzando la estratificación. Pero lo que vemos ahora —más sal, menos hielo— apunta a mecanismos más complejos e incluso contradictorios.
Esto no significa que el cambio climático no esté detrás de estos procesos, sino que su impacto podría manifestarse de formas no lineales o contraintuitivas, con efectos acumulativos que alcanzan un umbral crítico, tras el cual el sistema entra en un nuevo régimen.
Observación satelital: clave para anticipar el cambio
La capacidad actual de los satélites para medir la salinidad superficial con alta resolución (25 km) y frecuencia permite vigilar en tiempo real estos cambios. Este monitoreo es esencial no solo para comprender mejor las dinámicas actuales, sino para anticipar posibles transiciones irreversibles en el sistema hielo–océano.
Por ejemplo, el aumento de salinidad observado en los años en que se abrieron polinias en el mar de Weddell refuerza la conexión entre agua salada, menor estratificación y mezcla vertical activa, un proceso con implicaciones globales para la circulación oceánica.
Más información: Rising surface salinity and declining sea ice: A new Southern Ocean state revealed by satellites | PNAS
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