Científicos australianos fabrican bioplásticos comestibles para microbios locales que se degradan sin contaminar suelos ni océanos


Científicos de Murdoch University han creado un bioplástico que se descompone completamente y no deja rastro en el medioambiente. Usan microbios locales para producir un material llamado PHB, un polímero natural que se desintegra sin contaminar.
- Bioplásticos que desaparecen.
- Microbios australianos que los fabrican.
- Alternativa real al plástico de un solo uso.
- Compostables, seguros y sin residuos.
- Solución local con impacto global.
Bioplásticos comestibles para microbios: una solución local al problema global del plástico
La crisis de los residuos plásticos no se detiene, y una gran parte del problema son los envases de alimentos de un solo uso. En Australia, más del 80 % de estos envases termina en vertederos porque no pueden reciclarse desde casa. Frente a esta situación, el Bioplastics Innovation Hub (BIH) —una alianza entre Murdoch University y el CSIRO— propone una alternativa ambiciosa: bioplásticos que literalmente se desvanecen sin dejar rastro.
Microbios australianos: los nuevos fabricantes de bioplásticos
La clave está en aprovechar las capacidades de microorganismos nativos de Australia Occidental, que transforman los excedentes de carbono en polímeros naturales. Estos polímeros, conocidos como PHA (polihidroxialcanoatos), son totalmente biodegradables y pueden usarse como materia prima para fabricar bioplásticos. El enfoque del BIH no se limita a replicar soluciones existentes, sino que explora rutas metabólicas propias de bacterias locales para optimizar la producción sin recurrir a cultivos alimentarios ni químicos tóxicos.
Este desarrollo permite avanzar hacia una economía circular, donde los residuos orgánicos alimentan microbios que producen materiales nuevos, y estos materiales vuelven a la tierra como compost, sin contaminar. A diferencia del plástico convencional, que puede persistir durante siglos, estos bioplásticos se descomponen en semanas o meses en condiciones de compostaje industrial o incluso casero.
Aplicaciones reales para la industria alimentaria
Uno de los principales objetivos del BIH es producir revestimientos compostables para envases de cartón reciclado, capaces de proteger alimentos frescos o procesados sin depender de películas plásticas derivadas del petróleo. Actualmente, solo ciertos productos —como huevos o frutas con piel gruesa— pueden envasarse en materiales biodegradables sin riesgo. Pero para carnes, quesos o alimentos preparados, se sigue necesitando una barrera higiénica y resistente a la humedad.
Integrar bioplásticos compostables en estos usos críticos representa un paso clave para transformar el sistema alimentario. Ya existen proyectos piloto en colaboración con productores locales y supermercados que están probando estos envases en condiciones reales. Y lo más prometedor: los consumidores los están aceptando con entusiasmo, siempre que el etiquetado sea claro y se facilite su correcta disposición.
Microplásticos: el enemigo invisible en el suelo
Uno de los descubrimientos más preocupantes del equipo de Murdoch University es que los suelos agrícolas contienen 23 veces más microplásticos que los océanos. Este dato cambia por completo el foco del problema: no se trata solo de limpiar playas o reducir pajitas, sino de repensar el ciclo completo del plástico en tierra firme.
El uso continuo de plásticos no degradables en actividades como la agricultura, el embalaje o la distribución ha hecho que los residuos plásticos se infiltren en los ecosistemas terrestres. Desde ahí, llegan a los cultivos, al agua subterránea e incluso a la atmósfera. Frenar esta dispersión exige sustituir los plásticos convencionales por materiales verdaderamente biodegradables y no tóxicos, como los desarrollados por el BIH.
Tecnología local con proyección global
El trabajo del BIH está alineado con los objetivos del Plan Estatal de Ciencia y Tecnología 2025-2035 de Australia Occidental, que prioriza el reciclaje, la descarbonización y la protección de la biodiversidad. Pero su impacto puede ir mucho más allá: los métodos biotecnológicos desarrollados aquí pueden escalarse y adaptarse a otros climas y regiones, ofreciendo soluciones a países que hoy carecen de una gestión eficaz de residuos.
Además, el enfoque del BIH es replicable: utilizar bacterias autóctonas para generar materiales locales. Esta idea podría aplicarse en zonas tropicales, áridas o urbanas, reduciendo el transporte de materiales, creando empleos verdes y fomentando la innovación sostenible.
Potencial
El avance de los bioplásticos no es solo una innovación técnica: es una oportunidad para rediseñar el sistema de producción y consumo desde una lógica regenerativa. Algunas acciones clave que pueden acelerar este cambio:
- Integrar bioplásticos en la cadena agroalimentaria, desde envases hasta films agrícolas.
- Incentivar normativas que promuevan la compostabilidad real, y no solo el “biodegradable” genérico.
- Impulsar programas de compostaje descentralizado en comunidades, comercios y escuelas.
- Establecer alianzas entre universidades, gobiernos y empresas para escalar tecnologías probadas.
- Educar al consumidor para reconocer, usar y desechar correctamente los nuevos materiales.
Los bioplásticos que desaparecen sin contaminar no son ciencia ficción. Ya están en fase de validación, y podrían ser uno de los caminos más efectivos para romper la dependencia de los fósiles, restaurar los suelos y devolver a los ecosistemas su capacidad de regeneración.
El reto ahora es claro: pasar del laboratorio al supermercado, sin perder el rumbo ni la ambición.
Vía Hungry bugs and disappearing bioplastics hold key to ending plastic waste crisis | EurekAlert!
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