China comienza a trabajar en la presa hidroeléctrica más grande del mundo, producirá 300.000 millones de kWh al año con una cascada de megapresas, equivale al consumo total del Reino Unido


China desata controversia mundial con su megapresa tibetana La construcción de la mayor central hidroeléctrica del planeta en el río Yarlung Zangbo genera tensiones geopolíticas, alarma ambiental y dudas sobre el verdadero coste del poder energético chino.
- Nueva megacentral hidroeléctrica en el Tíbet.
- Generación anual: 300.000 millones kWh.
- Coste estimado: 167.800 millones USD.
- Superará a la presa de las Tres Gargantas.
- Impacto ambiental y tensiones geopolíticas.
- China refuerza transición energética.
El «Proyecto del Siglo» de China: ¿avance renovable o riesgo geopolítico?
El anuncio oficial de la construcción de la que será la mayor central hidroeléctrica del mundo marca un nuevo hito en la estrategia energética de China. Ubicado en el borde oriental de la meseta tibetana, este sistema de cinco presas en cascada aprovechará el impresionante desnivel del río Yarlung Zangbo—más de 1.980 metros en solo 50 kilómetros—para generar una potencia sin precedentes. Con una producción estimada de 300.000 millones de kilovatios hora anuales, la instalación podría abastecer a países enteros y posicionar a China como líder indiscutible en generación hidroeléctrica.
Mucho más que energía: una apuesta estratégica
Este megaproyecto no solo responde a la necesidad creciente de electricidad en China, especialmente en regiones como el Tíbet, sino que también se alinea con los compromisos de neutralidad de carbono para 2060. A medida que el país reduce progresivamente su dependencia del carbón, la hidroeléctrica se convierte en una pieza central para garantizar seguridad energética sin aumentar las emisiones.
La presa también forma parte de la estrategia de desarrollo del oeste del país, promoviendo inversión e infraestructuras en zonas remotas. Pero esta lógica interna tiene una clara proyección exterior: la construcción refuerza el control de China sobre los recursos hídricos compartidos con países como India y Bangladesh, cuyas economías y ecosistemas dependen de los caudales del río Brahmaputra (nombre que toma el Yarlung Zangbo al salir del Tíbet).

¿Sostenibilidad o ilusión verde?
Las autoridades aseguran que el diseño del proyecto prioriza la preservación ecológica, con evaluaciones de impacto ambiental en curso. Sin embargo, la experiencia con grandes presas anteriores, como la de las Tres Gargantas, despierta escepticismo. Aquella obra desplazó a más de un millón de personas y provocó alteraciones hidrológicas y geológicas en la cuenca del Yangtsé. Aunque las lecciones aprendidas pueden mejorar la planificación actual, el riesgo de repetir errores persiste.
Además, expertos advierten sobre los efectos aguas abajo. Cambios abruptos en el caudal pueden afectar la agricultura, biodiversidad y seguridad hídrica de comunidades en India, Nepal y Bangladesh. Estos países no participan en las decisiones sobre el proyecto, lo que agrava las tensiones diplomáticas y la desconfianza regional.
Entre eficiencia y poder
La magnitud de la infraestructura —prevista para entrar en operación en la década de 2030— no solo sorprende por sus cifras. También por su capacidad de alterar equilibrios de poder. Controlar el nacimiento de un río tan estratégico otorga a China una herramienta de presión que podría usarse en momentos de tensión. La gestión del agua, antes asunto técnico, se transforma en instrumento geopolítico.
Esto recuerda otros precedentes controvertidos, como los embalses sobre el río Mekong, donde las intervenciones chinas han sido señaladas por provocar sequías río abajo. La construcción en la meseta tibetana podría repetir ese patrón, exacerbando una relación ya frágil entre India y China.
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