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No solo «followers»: El Jubileo que reconoce la misión online

Por primera vez, la Iglesia ha dedicado un Jubileo a quienes evangelizan a través de las redes sociales y la web. Dos días intensos en Roma para reflexionar sobre los lenguajes, las oportunidades y los desafíos del anuncio cristiano en la era digital. En su saludo a los participantes, el Papa León XIV los instó a «reparar las redes» y convertirse en «agentes de comunión». Las voces de quienes viven esta misión entre las fuentes de información y las relaciones reales.

Fabio Colagrande – Ciudad del Vaticano

Sean agentes de comunión, capaces de romper la lógica de la división y el individualismo. Céntrense en Cristo para superar la lógica del mundo. Con estas palabras , el 29 de julio de 2025, León XIV saludó a los participantes en la Basílica de San Pedro en el primer Jubileo de los misioneros e influencers digitales católicos, animándolos a continuar su misión en el corazón del mundo digital. Esta exhortación se basaba en el Evangelio y en la conciencia de que hoy «la cultura digital está presente en casi todo» y debe ser habitada con un espíritu evangélico. El Papa identificó tres desafíos fundamentales: cultivar una cultura de humanismo cristiano, buscar «la carne sufriente de Cristo» incluso en los rostros ocultos de internet, y reparar las redes, no solo las digitales, sino especialmente las relacionales y comunitarias. «Construyan redes de amor y de compartir, redes que salven, redes que nos ayuden a redescubrir la belleza de mirarnos a los ojos», dijo el Pontífice, invitando a los misioneros digitales a ofrecer un testimonio concreto y humilde, partiendo de sí mismos y de su propia necesidad del Evangelio.

Un reconocimiento eclesial de una misión ya en marcha 

Para muchos de los participantes, académicos y observadores de redes sociales, la experiencia en Roma, aunque en tan solo 48 horas, fue un momento histórico. La Iglesia reconoció explícitamente, en el marco del Jubileo, la evangelización digital como una auténtica forma de misión. Como observa Raffaele Buscemi , profesor de Comunicaciones de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, fue «un gesto de confianza y escucha», pero también un llamado a la responsabilidad. «Hoy en día, la gente también vive su fe a través de las pantallas, las transmisiones y los contenidos compartidos», explica. «Ya no basta con decir que las redes sociales son una herramienta: se han convertido en un entorno, y el Evangelio debe llevarse a ellas». Guido Mocellin , periodista del diario  Avvenire y editor de las columnas WikiChiesa y Missionari digitali , define este Jubileo temático como «la respuesta de la Iglesia a un signo de los tiempos». Tras la pandemia y las reflexiones del Sínodo, era inevitable que las figuras de los misioneros digitales también encontraran un reconocimiento explícito en el Año Santo.

Una realidad joven, diversa y en crecimiento

Este Jubileo, que inauguró el dedicado a los jóvenes, ha puesto de relieve la gran pluralidad de lenguajes y carismas presentes en el mundo católico digital. Así lo describen Tommaso Cardinale y Francesco D’Ugo , fundadores de la comunidad social @lacchiesa , que con ironía y pericia capta a miles de usuarios cada día: «Es maravilloso ver a Giovanni comentando el Evangelio con Lego, a Mariella evangelizando con sus ilustraciones, a los chicos de la Fraternidad con sus supereventos… Y luego estamos nosotros y Cattonerd con los memes. Es una constelación global». «Pero nos preguntamos», añaden los fundadores de la comunidad @lacchiesa con un toque de provocación, «¿qué les ofrece la Iglesia como institución?». Eleonora Commentucci , de la Comunidad de la Fraternidad, nacida de la actividad en línea del Padre Alberto Ravagnani, también afirma haber descubierto una comunidad viva y dinámica que capta las necesidades espirituales de tantos jóvenes. “Este Jubileo”, dijo, “ha sido una oportunidad para trabajar en red, para redescubrir lo esencial, para mostrar a la Iglesia y al mundo el potencial de la tecnología digital cuando se vive al servicio del Bien”.

De la visibilidad a la comunión

Un punto compartido por todos es la conciencia de que simplemente «hacer números» o producir contenido viral no es suficiente. La evangelización digital no puede reducirse a una estrategia de marketing espiritual. «El riesgo», advierte Buscemi, «es transformar la fe en contenido para vender». El centro, como recordó el Papa León a los participantes, debe ser siempre Cristo, no el perfil personal. Y los seguidores deben convertirse en hermanos y hermanas, unidos por relaciones auténticas. Mocellin también advierte contra una visión puramente cuantitativa del fenómeno: «En algunas zonas lingüísticas, los misioneros digitales tienen cifras astronómicas, pero lo que realmente importa es cuando logran generar comunidades reales en torno a un estilo y enfoque cristianos». Un cambio de internet «como medio» a internet «como lugar de comunión».

Los desafíos: discernimiento, formación e identidad

Proclamar con credibilidad que la fe es vida y aceptación, continúa Eleonora Commentucci, es un desafío crucial hoy en día, especialmente para quienes se acercan a los jóvenes más alejados de la Iglesia. «Muchos piensan que el cristianismo es crítico y cerrado de mente. Pero si podemos dar testimonio de que la fe es alegría, libertad y amor, realmente podemos abrir puertas en la distancia». Pero esto requiere formación, discernimiento y responsabilidad. «Una mala publicación», explican Cardinale y D’Ugo con sinceridad, «no le hace bien a nadie. Necesitamos aprender el oficio, pero sin copiar a los más famosos. Y no debemos replegarnos en nuestra propia ‘burbuja’ eclesiástica». «En Sudamérica y Estados Unidos, existen movimientos de creadores cristianos y católicos desde hace al menos diez años», explican Cardinale y D’Ugo. «En Italia, sin embargo, se espera mucho de los llamados ‘sacerdotes influyentes’, pero los verdaderos impulsores podrían ser los laicos, que podrían llegar a más personas con la formación adecuada». Mocellin también cree que es urgente invertir en recursos adecuados y personal de apoyo profesional, así como fomentar una mayor conciencia eclesial. «Por ejemplo», observa, «en el Sínodo se debatió mucho sobre la misión digital, pero pocos misioneros digitales hablaron del Sínodo en sus redes sociales». Finalmente, observa Buscemi, es necesario cuestionar el lenguaje en sí: el término «misionero digital» puede sonar demasiado eclesiástico para quienes no pertenecen a la Iglesia, mientras que «influencer católico» puede trivializar el mensaje. Quizás se necesite un nuevo vocabulario, capaz de transmitir con profundidad la novedad y la seriedad de esta forma de testimonio.

“Redes que salvan”: una red de bienes compartidos

Al concluir la celebración del Jubileo, el Papa León invitó a todos a «reparar las redes», como los primeros discípulos: a construir vínculos, cultivar relaciones y romper la lógica de la autopromoción y la polarización. «Cada historia de bien común», dijo, «será un nodo en la red de Dios». Una red hecha no de conexiones, sino de encuentros y miradas genuinas, de auténtica comunión. Porque —como recordó el Papa— «no se trata solo de generar contenidos, sino de encontrar corazones». Los misioneros digitales, como demostraron las palabras del Pontífice, son un valioso recurso eclesial para reavivar la esperanza jubilar fundada en la fe. La Iglesia tiene la tarea de enriquecerla y guiarla, dejándola al mismo tiempo libre para expresar su creatividad con las nuevas formas y lenguajes que los tiempos exigen y el Espíritu que sopla por doquier puede producir.

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